No discutas nunca

TOMÀS NAVARRO

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No discutas. Discutir es inútil. No sirve de nada. Cuando no se puede debatir, se discute. Cuando no hay argumentos, ni humildad, ni receptividad, ni ganas de entenderse; solo queda una opción: la discusión.

Discuten las personas incapaces de comunicarse. Sí, lo más importante, cuando hablamos de comunicación, es la capacidad para escuchar. Si no somos capaces de escuchar, no somos capaces de comunicarnos bien.

La persona que discute no tiene el más mínimo interés en escucharte. Cuando discutimos estamos demasiado ocupados defendiendo nuestro ego o atacando a nuestro adversario.

Sí, adversario, la mente limitada por el corto plazo de la persona que discute, cree que la persona que tiene delante es un adversario, un contrincante, alguien con quien competir, al que batir y al que humillar.

Además cree que su adversario es idiota y que con gritar más ya bastará para convencerle. Cuando discutimos nos olvidamos del objeto de nuestra discusión ya que estamos demasiado ocupados atacando las posiciones.

El debate no es más que un intercambio de opiniones desde el respeto y la voluntad de concordia, lo que algunos llaman win-win. El debate es propio de personas receptivas y capaces de adoptar nuevos puntos de vista, de personas que no necesitan marcar su estatus, ni ser reconocidos, ni montar un numerito.

Discutir es primitivo, debatir es signo de madurez. Se discuten las posiciones sin importar lo discutido. Cuando se debate se focaliza la atención en el objeto de debate, sin importar las diferentes posiciones.

No lo olvides, no discutas nunca, no pierdas ni un segundo discutiendo. Ante una discusión date la vuelta y sal airoso como Raphael en sus mejores actuaciones; decidido a emplear tu tiempo de una manera más productiva.