La clave

Expertos en (la) política

ALBERT SÁEZ

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El Institut Català d'Avaluació de les Polítiques Públiques (Ivàlua) nos convocó esta semana a un debate recurrente sobre las relaciones entre política y conocimiento, y más concretamente entre expertos y cargos públicos. El título era ciertamente provocador: Cuando la política entra por la puerta, la racionalidad salta por la ventana. Expolíticos, académicos y periodistas coincidimos en que demasiadas veces los dirigentes políticos utilizan a los expertos para justificar con argumentos técnicos lo que son decisiones arbitrarias.

Sin duda el debate planteado por Ivàlua es uno de los asuntos pendientes de nuestra democracia. El poso antipolítico del franquismo, sumado a una transición hecha de arriba abajo, dio como resultado un sistema de partidos muy poco capilar a la presencia de expertos, y menos aún a su paso temporal por la gestión pública. La política, en demasiadas ocasiones, en lugar de atraer talento lo expulsa. El resultado son unos partidos en los que la corrupción alienta el sectarismo en la selección de los cargos públicos, puesto que es más importante estar en el secreto que aportar conocimiento. Así les va y nos va.

El modelo francés

Tampoco ha servido este aislamiento para crear una clase política profesional. Si miramos los currículos, por ejemplo, de los candidatos a las elecciones andaluzas de mañana, el panorama es desolador. Susana Díaz no es que no haya tenido vida fuera de la política, es que no ha tenido vida fuera del PSOE. Algo parecido a lo que le pasa al candidato popular, Juan Manuel Moreno, que cuenta como principal aval con un peculiar grado universitario en protocolo.

Algunos propusieron en su momento crear una réplica de la École Nationale d'Administration, la famosa ENA francesa. En el vecino del norte es impensable que alguien llegue a algún cargo de relevancia pública sin haber pasado por esas aulas. Los partidos acuden a ese granero a buscar a sus líderes, aunque también les obligan a un paso, ni que sea breve, por una municipalidad. Tiene el riesgo del pensamiento único, pero sube el nivel.