Estudio sobre los últimos 75 años

Una nueva historia económica

Jordi Maluquer define la etapa de 1996 al 2007, previa a la gran depresión, como la España hipotecada

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JOSEP FONTANA

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Jordi Maluquer de Motes acaba de publicar un libro, La economía española en perspectiva histórica, editado por Pasado & Presente, que ofrece una visión innovadora de la historia económica de la España contemporánea, basada en un enfoque distinto al convencional, «en la medida en que concede una gran importancia a la historia política y social». Aunque arranca de fines del siglo XVIII, la parte sustancial del libro es la que abarca de 1939 al 2014. Setenta y cinco años cuya trayectoria puede agruparse en tres grandes etapas. La inicial, de 1939 a 1960, es la del primer franquismo, con su secuela de represión, autarquía y hambre, y la rectificación posterior, que vino a dejar las cosas como al comienzo: el PIB (Producto Interior Bruto) por habitante de 1929 no se recuperó hasta después de 1955, con 20 años de retraso.

La segunda etapa, que comprende los 25 años que van de 1960 a 1985, vendría a ser la de la plena recuperación de lo que pudiéramos llamar la evolución normal de la economía española, de no haber sufrido los traumas de la guerra y del franquismo. Una etapa que comenzó con una fase de rápido crecimiento económico, los «60 dorados», que no solo se caracterizaron por un aumento de la producción y del consumo, sino por transformaciones considerables, tanto en el campo como en la industria, y por el papel desempeñado por los recursos aportados por la emigración exterior, el turismo y la inversión extranjera directa.

Los pactos de la Moncloa

Esta rápida fase de crecimiento, que aprovechaba la cresta de la ola de los «treinta años gloriosos» de la economía europea, vendría seguida, tanto en Europa como en una España cada vez más ligada a su suerte, por los efectos de la crisis del petróleo. Los ajustes necesarios se hicieron aquí a costa de la liquidación del aparato político e institucional de la dictadura y del establecimiento de unas nuevas bases de relaciones sociales de las que los pactos de la Moncloa sirven como referencia. Sin que fuera posible evitar la gravedad de una crisis, la de 1973 a 1985, que tuvo entre nosotros rasgos especiales, debido al hecho de que la puesta en marcha del Estado de bienestar se produjese, a diferencia de lo ocurrido en Europa, en momentos de retroceso económico, con las consiguientes consecuencias de aumento del déficit y del endeudamiento.

La tercera etapa, de 1986 al 2007, arranca de la integración en la Unión Europea. Si le sumamos los años del 2007 al 2014 tenemos otra vez un período caracterizado por dos ritmos distintos en la evolución de las cifras del PIB por habitante, con un crecimiento de 1986 a 2002, y un estancamiento en la década posterior. Pero aquí las cosas son más complejas, y estas cifras no nos dicen mucho por si solas, sino que resulta necesario examinar la complejidad de la acomodación de la economía española a las exigencias de la integración, que obligaba a reformas que se hicieron de modo superficial, pero que lograron que hubiera años de superávit en el gasto de las administraciones y que la deuda llegase en 2007 a sus cifras más satisfactorias.

La deuda pública

¿Cómo explicar entonces el desastre que iba a desencadenarse a partir de este año? Maluquer hace un análisis minucioso de la evolución interna de la economía y de la política económica, que le llevan a calificar los años que van de 1996 al 2007 como la época de «la España hipotecada». Unas hipotecas que le permiten explicar el cuadro final de la gran depresión del 2007 al 2014, cuando todo lo que parecía haberse ganado se pierde. Basta ver cómo la deuda pública, cuyas cifras en términos del PIB se habían reducido casi a la mitad de 1996 a 2007, se disparan en seis años hasta llegar a muy cerca del cien por cien, o cómo el paro aumenta, pero no ya en la forma temporal propia de otras crisis, sino que toma caracteres crónicos, que muestran que estamos ante una quiebra del modelo de crecimiento.

Explicar un panorama tan complejo como el de la gran recesión iniciada en el 2007 y su continuidad en términos de lo que Larry Summers ha definido como «un período de estancamiento secular» requiere adoptar un enfoque global. Pero el conjunto de los análisis que ofrece Maluquer en los tres últimos capítulos de este espléndido libro son absolutamente necesarios para quienes aspiren a armar una interpretación coherente de lo sucedido en España, y muy en especial del fracaso de un crecimiento que llevó a que de 1979 a 2007 se llegase casi a doblar el PIB por habitante.

Aunque solo fuese por estos capítulos, habría motivos más que suficientes para recomendar un libro que tiene la virtud de obligarnos a reflexionar acerca de unas realidades profundas que tienen poco que ver con la propaganda simplista que difunden habitualmente nuestros políticos.