¿Cómo puede deprimirse alguien que lo tiene todo?

TOMÀS NAVARRO

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Leo que se está estudiando la posibilidad de que L’Wren Scott se haya suicidado. Esta semana he estado con personas que sufren una depresión, me han preguntado sobre la depresión, he preparado una charla sobre la depresión y he escrito un artículo sobre la depresión, por lo que me gustaría compartir algunas reflexiones.

Si te sientes triste y vacío la mayor parte del día, cada día; si eres incapaz de disfrutar y te sientes insatisfecho; si has perdido o ganado peso; si duermes menos o más de lo habitual; si tienes agitación o enlentecimiento psicomotor; si te sientes cansado, fatigado y estás perdiendo la energía; si tienes sentimientos de culpa o de inutilidad inapropiados y no justificados; si te cuesta pensar, concentrarte o tomar decisiones y si tienes pensamientos recurrentes de muerte o suicidio; es muy posible que estés deprimido.

La gente cree que una persona deprimida se pasa todo el día llorando, pero lo que no saben es que la mayor parte de personas deprimidas pasan desapercibidas. En algunos casos se les tachan de personas conformistas, en otros de autocompasivas, en otras ocasiones les dicen que deberían ser más luchadores, que tendrían que esforzarse más, que se han dejado o que deberían dejar de llorar tanto y tendrían que ser más fuertes.

Lo que la gente no sabe es que no es lo mismo estar triste que estar deprimido; de la misma manera que no es lo mismo tener un poco de azúcar que ser diabético. Lo que tampoco se entiende es que una persona deprimida no elige deprimirse, no desea estar mal, ni tan solo disfruta con la compasión de las personas que le rodean. La depresión es una enfermedad tan grave que incluso llega a afectar a la mayor parte de procesos cognitivos. Una persona deprimida piensa menos y peor, es incapaz de tomar decisiones, sufre delirios acerca de sus capacidades, de su autoestima y de su futuro y además ha de luchar contra su enfermedad y contra la incomprensión y la estigmatización de las personas que le rodean.

Una persona deprimida pierde la capacidad de autocontrol y de automotivación, por lo que tarda entre cuatro y seis años en llegar a consulta, si es que llega. En este tiempo la vida en familia se ha visto afectada, la pareja ha llegado al límite de su paciencia, el rendimiento laboral dista mucho de lo que sería deseable, su aspecto físico se ha visto afectado y su salud está muy perjudicada.

Con este panorama, lo más fácil es darse cuenta de que la vida no tiene sentido. Sin la comprensión de las personas que le rodean, con una visión oscura del futuro y con la sensación de que es imposible darle la vuelta a la situación actual, quedan pocos caminos que recorrer.

No conozco a nadie que quiera dejar de vivir. No conozco a nadie que no desee sentir el dulce calor de la primavera, o el sonido del mar, o el abrazo de un niño… Pero si no puedes disfrutar de los pequeños placeres de la vida, si hagas lo que hagas eres incapaz de experimentar una emoción positiva o si una terrible e infame depresión ha tomado el control de tu vida, entonces, dejas de vivir, dejas de tener ganas de levantarte cada mañana y te planteas si quieres seguir así lo que te queda de vida.

Mira a tu alrededor, conoces a más personas deprimidas de las que te imaginas. Puedes verlas en tu barrio, en la televisión, por la calle, en el supermercado o en el trabajo. Quizás puedas ayudarles a que no pasen tantos años antes de consultar con un especialista, a no complicarles su dura existencia o a que no se sientan marcados por un dedo acusador.

Y sobre todo no los juzgues como débiles, luchar por levantarte cada mañana requiere de una fuerza de voluntad que la mayoría de personas normales no tenemos.