Movimiento y desplome

MARÇAL SINTES

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Lo importante del sondeo publicado por El PERIÓDICO no es tanto que retrate un momento concreto (que es lo que pretenden ser los sondeos), sino que ese retrato confirma que la sociedad catalana se está moviendo en una determinada dirección. Como el análisis daría para mucho, intentaré concentrar lo más relevante en cinco breves apuntes.

Primer apunte. La mayoría que apoya al Govern, la suma de CiU y ERC, crece. Eso sí, con un trasvase importante de voto -que se manifestó ostensiblemente en las elecciones del 25-N- de los nacionalistas a los republicanos. La suma de CiU y ERC pasaría de 71 diputados a 73-75.

Segundo apunte. Aumentan también las mayorías a favor del derecho a decidir y de la independencia. Pese a sus esfuerzos por dramatizar y provocar tensión social, el PP y Ciutadans, contrarios a un referendo o consulta (y a la independencia), ven reducida su fuerza, pasando de los 28 escaños actuales a una horquilla de entre 25 y 27.

Tercer apunte. El centro se minimiza. Las dos tradicionales formaciones de gobierno, las que ocupan el centro político y hasta hace poco encarnaban la centralidad social, caen ostensiblemente. Así, en las elecciones del 2010, la suma de CiU y PSC era de 90 diputados, en las del año pasado consiguieron 70, y, atención, hoy obtendrían como máximo 52. El encogimiento del espacio CiU-PSC va acompañado del desarrollo de los antiguos partidos pequeños y de la fragmentación del mapa.

Cuarto apunte. ERC se agiganta. El actual discurso independentista está funcionando y atrae a muchos electores de CiU. No haber querido estar en el Govern protege a ERC del desgaste causado por la crisis, mientras le permite desmarcarse de determinadas iniciativas del Ejecutivo de CiU. Además, la nueva cúpula ha logrado hacer olvidar la destacada participación de ERC en el tripartito.Oriol Junquerasse encuentra en una situación privilegiada, con el viento soplando generosamente a su favor, y la está aprovechando.

Quinto apunte. El desplome de CiU es más rápido de lo que podía esperarse. Por el malestar por la crisis, por los casos de supuesta corrupción y porque una porción del electorado de CiU cree que votar a ERC imprime más fuerza al proceso de emancipación nacional. Entre los dirigentes de CDC, los que desearían rectificar el rumbo marcado por elpresidentArtur Masson una débil minoría. A la mayoría, el declive electoral no parece inquietarle mucho. Es como si la pérdida de apoyos fuera el ineludible precio a pagar por el derecho a decidir. Para intentar ralentizarla o detenerla, CiU debiera conjurarse para que su relato sobre lo que sucede, y no el de ERC, fuera hegemónico. Sin embargo, uno tiene la sensación de que, o no puede, o, más probable, ni siquiera desea hacerlo.