Dos miradas

Minucias

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Son reportajes menores, unas píldoras simpáticas (lo quieren ser), en la línea habitual de los Telediarios de TVE. Una especie de descompresión del esfuerzo que significa seguir la actualidad, tan amarga, y de estar al día de los desahucios, las explosiones solares o las masacres en Siria. Están hechas a partir de una anécdota que, literalmente, hace gracia, o gracias a la idea rutilante de un redactor que, en una reunión de esas tan grises, avisa de que habría que ir hablando del verano que se avecina.

Son fragmentos para llenar, para desengrasar. Como el del aumento de los beneficios de los fabricantes de velas. ¡Qué gracia, tú, ahora resulta que los que hacen velas están que se salen! De ahí, saltamos a las iglesias y, de ahí, a un santo desconocido que se llama Expedito y que hace milagros con los parados desesperados que le rezan para encontrar trabajo. Y luego viene uno que dice que es psicólogo y afirma que rezar disminuye la tensión y que ante la desgracia económica es un buen recurso. Y, al cabo de unos días, aquel otro que tuvo la idea del verano decide convertir la minucia en categoría y pontifica sobre los vestidos de las chicas, demasiado cortos y provocativos, y vuelven a salir psicólogos y la locutora termina el reportaje y dice que no se debe mezclar ropa y sexualidad, «aunque nos cueste». Son tonterías menores pero también pequeñas inyecciones reaccionarias que, poco a poco, penetran en la piel como picaduras de mosquito.