EDITORIAL

El sincrotrón Alba, del éxito a la incertidumbre

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La historia del sincrotrón Alba, que ha cumplido el primer año de funcionamiento, es la historia de un éxito indiscutible, pero también el compendio de los riesgos que amenazan a la investigación española debido a la crisis. Con el doble de peticiones de uso de las que puede atender, esta instalación puntera ha visto pospuesta sin fecha la financiación que le permitiría abrir nuevas líneas de trabajo. Y las restricciones para la contratación de personal han provocado la marcha de no pocos empleados altamente cualificados a sincrotrones de otros países. Se repite, pues, la fuga de talentos en una actividad en la que la formación de profesionales es especialmente compleja.

El marco general en el que se mueve hoy la ciencia en España no permite mucho optimismo: el Plan Nacional de Investigación, la principal herramienta financiera del sector, corre el riesgo de no ser aprobado por el Gobierno, posibilidad que viene avalada por el hecho de que el presupuesto público ha sufrido un enorme descenso del 39% desde el año 2009, el de su máximo absoluto. Los recortes en la ciencia son aparentemente menos dramáticos que los aplicados a servicios básicos para la población, pero no por ello son menos importantes. Porque aunque sus efectos en la vida cotidiana no son inmediatos, son más duraderos. La investigación es un asunto de largo recorrido que reporta avances materiales que además generan actividad económica. Las urgencias de hoy no pueden llevar a ignorarlo.