La rueda

¡Prohibido criticar las tradiciones!

NACHO CORREDOR

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E n este país es normal que en Semana Santa haya gente que se parte la espalda en Andalucía. Que en Valencia haya unos días en los que se queman carrozas que han tardado un año en construirse o que un poco más a la izquierda, en Buñol, la gente ría mientras se derrochan toneladas de tomates que se tiran unos a otros. En España es tradición que unos tíos corran delante de unos toros inmensos en Pamplona, y si entendemos por país solo Catalunya lo chulo es correr delante de unos toros con unos cuernos en llamas o darle hostias a un tronco en Navidad para que cague regalos.

Es tradición también que en la provincia de Jaén se tire a una pava de un campanario (mira que hay que ser bestias) o que algunos en La Rioja se bañen en vino en una famosa y tradicional batalla. Y todo esto, por no hablar de los trajes y bailes regionales, que tanto monta, monta tanto, una jota aragonesa que un chotis; o una sardana que echar la siesta, ya que al fin y al cabo son igual de somnolientas. De hecho, el folclore regional es de lo más internacional, y comparen si no elball de bastonscon elschwertertanzo el vestido de unapubillacatalana con un traje regional búlgaro. Son igual de cutres.

Sin embargo, hoy celebramos una tradición de lo más civilizada y fina. Y no hablo de lo tradicional y recurrente que es llenar páginas sobre Sant Jordi en la prensa un día como hoy, sino de la fiesta en sí. Para muchos, hoy es la única vez en todo el año que comprarán un libro o intentarán leerlo, y para otros, la única vez en todo el año que darán vida a las floristerías, tan visitadas cuando se trata de despedir a un muerto. Hoy nuestros políticos se hartarán de recomendar libros que en la mayoría de casos no habrán leído y hoy seguirá siendo tradición, penada con el escarnio, que esté más que prohibido poder criticar una tradición.