MIRADOR

Cumbre de cilicios

XAVIER BRU DE SALA

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Antes de anunciar que se reunirán para acordar medidas paliativas de la triste situación, el primer y el tercer partido de Catalunya deberían haber evaluado mejor las posibilidades que tenían de llegar a acuerdos. Para tirarse los trastos a la cabeza, mejor no reunirse. La buena voluntad inicial se ha convertido en un trago amargo. El error ha consistido en un exceso de optimismo por las dos bandas.

La anulación de la convocatoria ha enturbiado el dato positivo: Después de meses de distanciamiento, CiU y PSC se encuentran cerca. Y se proponen aprovecharlo. ¿Qué ha cambiado para que ahora se sienten uno al costa del otro? Muy sencillo, que el PSC ha subido al autobús del derecho a decidir. No es banal la diferencia entre montar en el autobús o ponerle obstáculos para despeñarlo. El PSC había probado una solución intermedia y ha concluido que no existe. También es cierto, aunque en Madrid no lo quieran ver, que si el PSC va en él, el autobús es el de la consulta (acordada, claro, claro), no el de la independencia. En todo caso, las felicitaciones de los pasajeros que ya estaban han sido tan efusivas, que les han entrado ganas de confraternizar. Es lo que han intentado, pero el contexto, el tramo del recorrido, no era nada propicio.

La consulta no anda sola, sino que se vincula a la precariedad del Estado del bienestar. El ahogo económico es de tal envergadura, que no hay margen para repartir medallas. Al contrario, la existencias son de cilicios, y ya sabemos que los cilicios de los recortes muerden la carne de los partidos donde más duele: en las urnas. ERC, acaba de ponerse el cilicio de la rebaja salarial de los funcionarios, dicen que por responsabilidad, no por masoquismo. El PSC, que se ha desclavado otro cilicio (ir a la contra del main stream del catalanismo) que le ceñía y desangraba, no tiene porque compartir el de las estrecheces de CiU por el simple hecho de subir al autobús. Por eso no ha habido cumbre. Por eso hubiera sido mejor ser realistas y no anunciarla.

El día que cambien las circunstancias, si se llega a conceder desde Madrid un nuevo tope del déficit, que permita aflojar el cilicio y repartir, si no medallas, quizá sí un par de estampitas, ni que sean de primera comunión, ese día, se podrá volver a convocar la cumbre aplazada, ya que las condiciones objetivas propician los acuerdos. Si después se pelean, será culpa suya. Esta vez, no se han llegado a reunir porque no hay nada bueno que repartir. Si se relaja el déficit, respiraremos un poquitín y podrán sacarse fotos de grupo. Si no, habrá que esperar de la prudencia de todos que el PSC no baje del autobús por el incremento de las tensiones ocasionadas por la precariedad. Si la mano de Madrid afloja un poco, entonces cumbre, y lo que convenga.