Al contrataque

El relato

@PepaBuenoHxH

PEPA BUENO

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Probablemente, la desconexión entre los españoles y quienes les representan en cualquier poder del Estado no se deba solo a la plena conciencia de quién iba a pagar los platos rotos del fin de fiesta del crecimiento desbocado. Quizá la irritación final la provoca eso que ahora llaman el relato, que es como ir escribiendo la historia en presente y dejar dicho para la posteridad cómo y por qué sucedieron las cosas.

Esta semana, el actual presidente de la CEOE,Juan Rosell,un hombre normalmente mesurado, se ha visto atrapado en una tormenta por decir que nos saldría más barato tener a funcionarios subsidiados en casa, porque al menos ahorraríamos en papel y teléfono. Enseguida aclaró que se refería a los funcionarios que no tienen trabajo efectivo. Pero ¿quién lo ha calculado? ¿Dónde están y cuántos son los médicos, policías, jueces, maestros, profesores o administrativos, brazo sobre brazo, capaces de hacer peligrar la economía española?

Cuando el grifo del crédito se cerró y las empresas empezaron a pasar dificultades, los trabajadores tardaron en descubrir y aceptar que sus sueldos elevados, sus vacaciones de un mes al año, las horas extras cobradas como extras y, sobre todo, la absurda pretensión de que los salarios subieran tanto como los precios¿ eran, en realidad y a la vez, la causa y el tapón de la crisis.

Cuando los sueldos bajaron, el paro creció y se dejaron de pagar las hipotecas, hablamos del síndrome del español propietario. ¿Cómo se les ocurrió con sus ingresos cambiar un piso de 70 metros cuadrados por otro de 100? ¡Y con piscina y zonas comunes! ¿Quién les mandó hacer caso de los bancos, del jefe, los amigos y la familia, que les decían que alquilar era tirar el dinero? Su voracidad creó una burbuja inmobiliaria que tarde o temprano tenía que estallar.

Adictos

Cuando hubo que recortar en sanidad, todos los focos se volvieron hacia esos españoles compradores compulsivos de medicinas. Nos había dado por acumular analgésicos, gasas y protectores estomacales hasta el punto de poner en peligro el sistema sanitario público. Además de la consolidación de la costumbre de ir al médico en cuanto te ponías malo. ¡Incluidos los inmigrantes!

Y ahora, cuando empieza a estar claro que aquellos pisos que nos vendieron estaban relacionados -presuntamente- con los carísimos eventos deportivos y seudoculturales pagados con dinero público sin más finalidad que llenar bolsillos privados, cuando hay quien relaciona -presuntamente- aquellos pisos con fortunas insólitas y rápidas alojadas en el extranjero o en suelo español, con regalos exclusivos, comidas pantagruélicas, partidas de dinero inexplicables, desviaciones sobrevenidas y siempre al alza en las adjudicaciones para la construcción de obras públicas... ahora nos dicen que cuidado con lo que contamos porque estamos convirtiendo España en un lodazal y así no hay manera de atraer inversores extranjeros.