La rueda

Catalunya no será libre si no es limpia

SAÜL GORDILLO

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La corrupción de algunos partidos y dirigentes políticos catalanes es un obstáculo para la transición nacional iniciada por el Govern deArtur Mas. Mientras los electores no identifiquen que la administración catalana se distingue por su mayor transparencia y rigor en la gestión de los bienes públicos, muchos votantes difícilmente se adherirán a una causa que requiere ejemplaridad. Si algunos de los partidos de la consulta soberanista no depuran responsabilidades sin complejos, la corrupción —presunta o probada— siempre será un argumento para los partidarios delstatu quo. Siempre habrá una portada de la caverna lista para presentar como escándalo nuevo en un oasis pestilente aquello viejo o excepcional.

En Catalunya no hay más corrupción que en el conjunto del Estado, pero ahora toca presentar a los dirigentes catalanes como unos ladrones redomados. Si a ello añadimos que ha sido un partido como Ciutadans quien ha enarbolado la bandera de la regeneración democrática, estamos ante un déficit argumental de algunos de los promotores del nuevo Estado europeo. Catalunya no será independiente si no rompe con la política ligada a intereses oscuros e irregularidades evitables. Leyes electoral y de financiación de partidos y reformas en los poderes públicos y sus mecanismos de control nos harían más serios y atractivos ante la comunidad internacional.

La Oficina Antifraude fue, con el último gobierno de izquierdas, una apuesta, muy criticada por cierto, que no ha tenido continuidad. Si el Govern y el principal partido de la oposición impulsan la consulta, con otras fuerzas del derecho a decidir, será hora que los independentistas empiecen a pensar si quieren convertir este país en una Holanda o en un Montenegro.