Al contrataque

Corrupción 'made in Catalonia'

Fidel Pallerols, junto a su esposa y al resto de acusados, en el banquillo de la Audiencia de Barcelona, el pasado 8 de enero. JOAN PUIG

Fidel Pallerols, junto a su esposa y al resto de acusados, en el banquillo de la Audiencia de Barcelona, el pasado 8 de enero. JOAN PUIG / periodico

Ernest Folch

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Aparentemente, son solo 388.483 euros que se devuelven. Aparentemente, es tan solo un acuerdo entre la fiscalía, los acusados y la Administración para poner punto y final al litigio sobre el dinero que ya nada presuntamente se desviaron de la Conselleria de Treball a Unió Democràtica de Catalunya (UDC) hace más de 15 años.

Pero en realidad, la resolución del mal llamado caso Pallerols, que en realidad debería llamarse 'caso Unió', es mucho más que el último caso de la corrupción bananera que corre el riesgo de asolar Catalunya. Nos encontramos ante el reconocimiento público de que uno de los partidos del Gobierno se financió con el dinero de todos, la certificación de que bajo las dunas de aquel oasis catalán se escondían alcantarillas llenas de basura. No son euros que se devuelven: es una admisión definitiva de culpabilidad. Por extensión, el asunto alarga aún más la sombra de la duda sobre las alfombras levantadas, con muy mal olor por cierto, en el 'caso Mercuri', el de las ITV o en el tragicómico 'caso Palau', donde el principal implicado se mofa de todos nosotros sentado en un sillón de su casa. Llevamos meses asistiendo cada día a un nuevo caso de corrupción 'made in Catalonia' y, pese a que se nos repite que quienes ponen en marcha el ventilador tienen intereses políticos deshonestos, esto no implica necesariamente que la porquería ventilada sea mentira. Por mucho que los Ferraris los den a conocer desde Madrid, siguen siendo Ferraris.

Esta corrupción genuina y transversal afecta a los dos principales partidos políticos de Catalunya y se produce en un momento clave de nuestra historia. Justo cuando íbamos a zarpar, descubrimos que tenemos la bodega llena de ratas. Más de uno intenta hacernos creer que ya fumigaremos cuando lleguemos, que iniciemos la travesía y que después ya veremos. Pero no es necesario que nos sigamos engañando: es imposible ir a ninguna parte si antes no hacemos limpieza.

Los enemigos

El 'caso Unió' demuestra que el principal enemigo del proceso soberanista que se ha puesto en marcha no está en Madrid, sino en nuestra casa, y se llama corrupción. Mucho peor que las animaladas del ministro Wert son los aprovechados de aquí que dan la razón a las teorías conspiratorias de la capital. Los que pilotan el barco deben estar limpios de toda sospecha, y el proceso es inviable si antes no vemos dimisiones, abrimos las ventanas y empezamos a investigar de verdad qué y quién se esconde en el fondo de nuestras aguas turbias. Debemos estar seguros de que no se usa la voluntad de un pueblo para tapar robos. La transición nacional debe estar precedida por una transición democrática, donde la prensa, los políticos y la sociedad en general abandonen la 'omertà' oficial, investiguen a tumba abierta las sospechas de corrupción, y quienes hablen no sean acusados de traidores a la patria, que ya somos mayorcitos.

Nos hemos pasado años denunciando con razón los abusos del poder del Estado, ¿pero qué tal si empezamos por fin a hablar de nosotros mismos?