EL 14-N
¿Fue penalti o ganaron los sindicatos?
"La disparidad de portadas sobre el 14-N hace a la prensa más daño como colectivo que la revolución digital"
Joan Cañete Bayle
Subdirector de EL PERIÓDICO.
Periodista y escritor. Transición digital y audiencias. Entre otros trabajos, ha sido corresponsal en Jerusalén y Washington DC. Autor de las novelas 'Expediente Bagdad' (junto a Eugenio García Gascón) y 'Parte de la Felicidad que Traes', y del ensayo sobre el conflicto palestino-israelí 'Muros, bosques, tumbas: Un periodista en Jerusalén'
España es unarealidad paralela. O dos. O tres. Un país ideado por los guionistas de 'Fringe'. Esa es al menos la conclusión a la que un marciano (manido recurso en artículos de este tipo, disculpen el cliché) llegaría si le echara un vistazoa las portadas de los periódicos del jueves. Lahuelga generaldel miércoles, dicen, decimos la prensa en lasportadas, fue un fracaso, fue una huelga limitada, fue muy general o fue masiva pero con impacto moderado.
Dicho de otra forma: la prensa, el periodismo, de este país, como gremio, como conjunto, es incapaz de informar a la opinión pública sobre qué sucedió el día de la huelga. Que las cabeceras discrepen sobre el análisis de lo sucedido, sobre si hay motivos o no para la protesta, sobre qué sucederá o qué debería suceder a partir de ahora no sólo es natural, sino que es exigible. Cada lector elige a sus medios según muchos criterios, y la línea editorial es uno de ellos. Pero que la prensa discrepe sobre los hechos lo único que hace es hundirnos como colectivo en el precipicio del descrédito. No es sólo cosa de la prensa escrita, elija qué canal o qué emisora de radio o televisión, qué tertuliano de según qué cuota y tendrá lo mismo: hechos diferentes, moldeados y adaptados a la ideología de cada uno. Por no hablar de la web, reino de la trinchera ideológica.
Esto es como si fue penalti lo de Callejón en el Ciutat de València o fuera de juego lo de Alexis en Son Moix. Depende de qué cabecera dirá una cosa o la otra, independientemente del reglamento, de las imágenes, de la realidad misma. Toda opinión es respetable, se dice. Cuando las opiniones sustituyen los hechos, todos los hechos se convierten en respetables. Y eso no: todo el mundo tiene derecho a su propia opinión, pero no a sus propios hechos. De ahí a la realidad paralela sólo media un vuelo en zeppelín.
La disparidad absoluta, grotesca, en los kioskos y en las ondas sobre el seguimiento del 14-N hace a la prensa más daño como colectivo que toda la revolución digital. Daña la credibilidad, el único intangible que resiste a la marea 2.0. Si el periodismo no es capaz de decir qué sucedió ayer, de informar sobre el impacto de algo tan importante como una huelga y después, a partir de los hechos, interpretar y opinar según su línea editorial,¿cuál es en realidad la función social de la prensa? ¿Qué motivos hay para que sobreviva?
O dicho de otra forma: Si el periodista dice que lo de Alexis fue fuera de juego o no según qué camiseta viste el jugador y su medio, ¿en qué se diferencia el periodismo del comentario del hincha?
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