Al contrataque

Desahuciados

La hermana de José Miguel Domingo (izquierda), el comerciante que se quitó la vida el pasado jueves horas antes de ser desahuciado de su vivienda, abraza a otro familiar durante una concentración para pedir cambios legislativos, el lunes en el barrio

La hermana de José Miguel Domingo (izquierda), el comerciante que se quitó la vida el pasado jueves horas antes de ser desahuciado de su vivienda, abraza a otro familiar durante una concentración para pedir cambios legislativos, el lunes en el barrio / ol/epp

MANEL FUENTES

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El miércoles, el pleno del Consejo General del Poder Judicial estudió un informe encargado por uno de sus vocales que pedía una revisión del régimen legal y procesal de ejecución de los préstamos hipotecarios, ya que el número de desahucios, según el informe de los jueces, es «un auténtico drama social».

El informe proponía extender al cliente sobreendeudado una parte de los beneficios y ayudas que la banca recibe del Estado para evitar la exclusión social y distribuir equitativamente las consecuencias de la crisis. Pero el CGPJ en pleno decidió no hacer nada al respecto.

El jueves, José Miguel Domingo, con 53 años, se ahorcó en el patio de su domicilio, en La Chana, un barrio popular de Granada, desesperado y horas antes de ser deshauciado.

El viernes por la mañana, en Burjassot, Valencia, otro hombre de 50 años,<strong> Manuel, </strong>saltó desde el balcón, cuando los agentes entraban a desalojarlo.

El viernes por la tarde, supimos que Bankia perdió 7.053 millones hasta septiembre, tras destinar 11.485 millones a dotaciones, y que tiene una morosidad del 13,3%. Se estima que este año llegará a perder 10.000 millones. O sea, que sigue siendo un pozo sin fondo y allí siguen sus directivos a los que todavía intentamos quitarles sus inmorales primas millonarias. Ni uno de ellos se ha ahorcado, ni se ha lanzado al vacío desde un segundo piso. Por su gestión, a ninguno le han embargado su casa.

Ya teníamos asumido y aceptado que el capitalismo se basaba en la desigualdad y el riesgo, pero lo que no podíamos imaginar es que además fuera tramposo. El mercado era su única ley, hasta que sus pérdidas fueron tales que entonces sí que vio importante al Estado. Para salvar el sistema financiero y a sus muchachos, claro. No a los pobres infelices que jugaron a hipotecarse sin poder.

Las ayudas

Con lo que no contábamos es que los políticos se rindieran a las exigencias de los bancos y les pusieran el Estado a sus pies. Ni que el poder judicial, con informes tan claros como el del miércoles, no haría nada para enmendar la plana. Pero así están las cosas: las ayudas ilimitadas y el apoyo del Estado para los bancos, y la inflexibilidad de la ley, para los ciudadanos.

La desigualdad es tan grande que hoy se agrietan hasta las palabras, y en muchos casos ley ya no es sinónimo de justicia, casa ya no significa hogar e interés político no siempre coincide con interés público.

Mientras en Burjassot, Manuel saltaba al vacío, su mujer estaba en cama con depresión y uno de sus hijos fue quien recibió a los agentes judiciales. En Granada, el forense que levantó el cadáver de José Miguel también se cruzó con los agentes que lo iban a sacar de su casa. Habrá más. Y pasado el impacto inicial, seguiremos desalojando a la vergüenza de nuestra moral y a la justicia de la salida de la crisis. Ya no son casas o pisos deshauciados: son vidas enteras. O tomamos conciencia colectiva y actuamos, o cada vez costará más vivir y convivir. Con los supervivientes, claro.