Al contrataque

Europa, Europa

La Unión Europea Gana el Premio Nobel de la Paz.

La Unión Europea Gana el Premio Nobel de la Paz. / cb

PEPA BUENO

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"Grecia puede acabar en una dictadura militar". La rotunda afirmación de un político español muy bien conectado en Europa surgía esta semana en medio de la eterna conversación sobre las exigencias de la 'troika' para entregar a Atenas los 31.000 millones de euros que le deben desde el verano y de los que depende que en noviembre se paguen las pensiones y los salarios públicos en aquel país. Otra vez. Grecia otra vez, mientras se degradan las condiciones de vida de sus ciudadanos y la prima de riesgo está en 1.750 puntos básicos dos años después de iniciarse el rescate. Los griegos que rebuscan en la basura, que no encienden la calefacción aunque haga frío, que no van al médico aunque estén enfermos y que racionan la comida hasta el extremo de que aparezcan síntomas de desnutrición en los colegios son europeos. Tan europeos como aquellos que consideran que deben pagar ellos, los griegos tomados individualmente de uno en uno, los excesos de toda una época que se inicia en 1989 con la caída del muro del Berlín y que da alas al capitalismo como el único sistema posible que puede crecer de manera indefinida. Los griegos, los irlandeses, los portugueses o los españoles. Las economías más débiles que se sumaron al carro de crecer sin nada en la retaguardia que las protegiera de una crisis. Y lo que ha venido no es una crisis, sino el diluvio universal.

Quienes han vivido cualquiera de las terribles guerras europeas del siglo XX considerarán un despropósito absoluto llamar guerra a lo que ahora mismo está ocurriendo en Europa. Es verdad. Pero quienes han perdido en los últimos años su trabajo, su casa, sus ahorros, su salud, su esperanza y ven marchar lejos a sus hijos son, desde luego, víctimas de una batalla que ellos no decidieron empezar y en la que su protagonismo se reduce a pagar las consecuencias.

Dos bandos

Aquí hay dos bandos, claramente. Los que pueden permitirse el lujo de boicotear la política fiscal y la unión bancaria que ellos mismos firmaron, o sea, Alemania, Holanda y Finlandia; y los que hacen cuentas sobre cuántos profesores, médicos, obreros o funcionarios van a despedir por cada día que pase sin que esos acuerdos se materialicen. Entre los ciudadanos, la división siempre es la misma al norte y al sur: entre quienes calculan cuánto menos van a ganar este año y quienes buscan afanosamente cómo sobrevivir al 2012.

Sobre las cenizas de dos guerras mundiales Europa construyó en la segunda mitad del siglo XX un espacio de relación económica con aspiraciones de unión política que se ha convertido en un referente histórico de paz, democracia y bienestar para sus ciudadanos. No me extraña que ayer le dieran el Premio Nobel de la Paz. Lo mereció, sin duda. ¿Quién lo recogerá? ¿Barroso, Van Rompuy, Merkel... o la familia del jubilado griego que se suicidó ante el Parlamento heleno en abril porque se negaba a buscar comida en la basura de una capital europea del siglo XXI?