Al contrataque

Puta y Ramoneta

Artur Mas, en una pasada reunión de la Ejecutiva del Govern de la Generalitat en el Palau.

Artur Mas, en una pasada reunión de la Ejecutiva del Govern de la Generalitat en el Palau. / periodico

JULIA OTERO

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"Si se produce la separación de una parte de un Estado miembro, esa parte deja de pertenecer a la Unión Europea, al menos en una primera fase. Eso es así según el Tratado y todas las interpretaciones que se puedan hacer de él". Con esa claridad me respondió hace un par de días el vicepresidente de la Comisión, Joaquín Almunia, que, sin embargo, no quiso pronunciarse sobre cuánto duraría esa "primera fase" y qué ocurriría después. A los independentistas no les gustará escucharlo, pero, si es verdad, deben saberlo. Ignorar la realidad no la cambia.

Es imprescindible, tal y como se ha puesto la partida que estamos jugando, que los ciudadanos exijamos claridad a todos los actores del auca. El nacionalismo catalán había dado tantas pruebas históricas de su flexibilidad negociadora con unos y otros, que el Madrid político y mediático no entendió el discurso de Artur Mas el día siguiente de la manifestación del 11 de septiembre. Quieren más dinero -pensaron-, es su forma habitual de negociar. Tan seguros estaban de asistir a un farol que la consigna fue sacar pecho y retar al 'president' Mas a repetir, alto y clarito en Madrid, su mensaje secesionista. A día de hoy siguen estudiando cómo responder al envite, alguno haciendo buena aquella frase de Machado de que en España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa. (Es sabido que a Wert le pirra la tauromaquia).

Lo cierto es que es la primera vez que a CiU no se le puede reprochar ambigüedad. En palabras de Pujol, se acabó hacer «de puta y de Ramoneta», papel, por cierto, que de momento se ha adjudicado el PSC. Los socialistas son ahora los que 'pujolean' y los sondeos se lo están agradeciendo con la irrelevancia política. Es lo que pasa cuando se intenta agradar a todos: que no se contenta a nadie.

La foto completa del puzle

Metidos en la melé, los que vamos a votar queremos la foto del puzle antes de ponernos a encajar las piezas. Y a ser posible, que los fanfarrones se tomen unas vacaciones preventivas. O sea, en lugar de afirmar desde la Moncloa que "hay instrumentos para parar un referendo y el Gobierno está dispuesto a usarlos", queremos que nos digan cuáles son y cómo se usan, sabiendo como sabemos todos que la 'solución' Vidal-Quadras es, como él mismo dijo, una broma que nadie toma en consideración. Nadie. Y menos en los cuarteles.

Por otro lado, además de asegurar desde Palau que la consulta se realizará "sea legal o no", habrá que dar explicación de cómo se gestiona el éxito o el fracaso al día siguiente. Los políticos viven en el corto plazo, pero esta vez tendrán que hacer el esfuerzo de levantar la vista y mirar más allá de la primera urna.

A cinco semanas de las elecciones, 35 de cada 100 catalanes no saben a quién votar. O igual es mucho peor: sí lo saben pero les da apuro decirlo. En ese limbo hay infinidad de votantes socialistas, algunos populares y un buen puñado de convergentes. Y luego están los de Unió.