Gente corriente

«La bicicleta es como mi 'facebook' analógico»

La chica de la bici. Su vieja BH se ha convertido en una escultura viva que simboliza la cordialidad humana.

«La bicicleta es como mi 'facebook' analógico»_MEDIA_3

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GEMMA TRAMULLAS

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Vino huyendo de la inseguridad en la capital de México y se instaló en un edificio antiguo de la calle de Àngel Guimerà, en Sarrià Sant-Gervasi, una vía de fincas regias con entradas de servicio. Pese a tener un máster en márketing, aquí es dependienta en una tienda de camisas y el resto del tiempo lo dedica al reciclaje artístico. Lo que no se imaginaba el día que amarró su BH roja a un árbol de su calle es que aquello era el inicio de su primera intervención artística en el espacio público.

-¿Esta vieja BH es su bici?

-Sí, me enamoré de ella. Voy con mi bici a todas partes.

-Tiene pinta de tener muchos años.

-Quería una bici usada. La compré por internet y fui a buscarla a 40 minutos de Barcelona.

-¿En serio? ¿Y pagó por ella?

-Sí, y me la vendieron cara, porque tiene unas capas de óxido así de gordas. Pero es la que yo quería.

-¿Por qué ese empeño en una bici vieja y oxidada?

-Todos me decían: «¿Qué andas sufriendo si en Decathlon una bici te cuesta 100 euros?» El portero estaba dale y que dale con que el día de Reyes me regalaría una y lo agradezco, pero prefiero arreglar una bici vieja que comprar una. Aquí todo está pensado para que dure poco y consumas cada vez más. Si una bici es buena, ¿por qué no darle una segunda oportunidad aunque sea vieja?

-Su BH es la única nota de color en toda la calle de Àngel Guimerà.

-Todo empezó hace un año. Al principio le puse unos cascabeles para que jugaran los niños. Solo pretendía que la gente sonriera al pasar.

-¿Es que no sonríe la gente?

-Al llegar de México, hace seis años, me sorprendió que aquí fueran tan serios. Vamos todos estresados con el dinero, el trabajo, el estatus… Es mejor ir por la vida con una sonrisa.

-Ya, pero con la que está cayendo...

-No nos damos cuenta de que las cosas sencillas son las que te llenan el alma. Con el tiempo me di cuenta de que no es que la gente de aquí sea seria o que estén enojados, sino que es otro carácter. Lo único que faltaba era un motivo para que las personas sonrieran y se acercasen a hablar.

-O sea que, en el fondo, aquí de serios nada.

-Pues sí, solo hacía falta una excusa. Quizá en otro barrio haya más vida, pero aquí llega el sábado y todos se han ido a sus casas de fin de semana, no hay nada en la calle que invite a hablar con nadie.

-Ahora está la BH.

-La tenía medio decorada con cascabeles y flores cuando, el día que el Bar-

ça ganó la Liga, vi unos banderines en el suelo y los puse en la cesta de la bici para compartirlos con la gente. También empecé a poner mensajes en el árbol tipo: «Sonríe, hay muchas razones para hacerlo». Un día me dejaron una grulla de origami en la cesta y a partir de entonces encontraba una o dos grullas cada día, juguetes, poemas, fotos, flores…

-¿Quién lo dejaba?

-Al principio no lo sabía. Yo iba colgando mensajes en el árbol y, si me los arrancaban, los volvía a colgar. Un día dejé unos saquitos con semillas de margaritas para que los cogieran. Cada vez había más reacciones.

-Se comunicaba sin hablar, a través de la bici y los mensajes en el árbol.

-Ahora tengo una página de Facebook (La bici de Angel Guimera 36), pero siempre digo que la bici es mifacebookanalógico. Gracias a ella algún vecino me ha invitado a su casa, soy amiga de los porteros y gente desconocida se acerca a contarme cosas de su vida. Cuando quemaron la bici, incluso se estaba organizando una colecta para comprarme otra.

-¿La quemaron?

-Dos veces y la segunda la rociaron con gasolina. Cuando la vi carbonizada estaba a punto de llorar, pero entonces se acercó una chica con una grulla en la mano. ¡Era Mihoko! Me dio la grulla y me animó a seguir. Al día siguiente colgué del árbol deseos escritos en caligrafía japonesa: felicidad, respeto, tolerancia...

-¿Le dio miedo?

-Sí, además me dijeron que me multarían con 3.000 euros porque el árbol de la bici se quemó un poco. ¿De dónde iba a sacar 3.000 euros? Salí y me puse a frotarlo con esponja y jabón. Estaba lavando el tronco cuando llegaron dos señoras con niños que me habían hecho unos dibujos.

-¿Qué hará si vuelven a quemarla?

-Una amiga me dijo: «¿No querías provocar reacciones? Pues que te la quemen también es una reacción, mala, pero es una reacción». Si la queman otra vez, volveré a empezar.