¿Será González Páramo nuestro tecnócrata?

Joaquín Romero

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Antes de que la Comisión Europea revisara a la baja sus previsiones para España y de que le hiciera nuevas recomendaciones, los expertos ya debatían sobre cómo debe ser el plan de choque que presente el nuevo Gobierno. Entre ellos hay unanimidad en que debe hacerlo cuanto antes, sin esperar a los cien días de que ha hablado Mariano Rajoy.

La discrepancia está en su calado. Mientras unos son partidarios de lanzar un mensaje muy contundente, otros preferirían que fuera claro, pero contenido: todo ello en función de la sensibilidad de cada cual sobre los efectos de la austeridad y los recortes en la actividad económica. Pero el mensaje de Bruselas advirtiendo de que el escaso crecimiento previsto no permitirá alcanzar el objetivo de déficit para el 2011 y la sugerencia de arbitrar nuevos ajustes cuanto antes mete más presión. El PP quiere ser un alumno aventajado en la disciplina europea. Presume de haber levantado a pulso las difíciles condiciones que permitieron el acceso de España al euro y, ahora, cuando se lanzan los mensajes de una Europa de moneda común a dos velocidades se apresta a proclamar su decisión de figurar en la primera a toda costa. Bruselas se lo va a poner difícil, porque si Rajoy gana el 20-N no tomará posesión hasta la segunda quincena de diciembre. O sea, que si quiere hacerle caso nos dará las Navidades, sin duda, pero el efecto de esas decisiones, más allá de su mero anuncio, tardará algún tiempo en dejarse notar en las cuentas públicas. El presidente del PP ya ha dicho este fin de semana que su plan será "contundente". Josep Piqué, uno de los nombres que suenan como posible ministro de Economía, también se refirió el sábado a las medidas a tomar, y hablaba de reformas estructurales "profundísimas". Entre ellas está la financiera, que es como un túnel difícil de transitar al final de cual --según la expresión de un conocido catedrático-- Rajoy se encontrará con Rodrigo Rato, presidente de Bankia, a quien también se ha citado como imposible candidato a la deseada cartera. El nombre de quien dirija la economía del país será toda una declaración de intenciones. La muestra más clara de adhesión a las nuevas sugerencias europeas sería la designación de José Manuel González Páramo, miembro del consejo de gobierno del Banco Central Europeo; es un tecnócrata sin ideología, como se dice ahora, aunque se trata de un hombre próximo al PP. Como en Grecia y en Italia, elegir para un puesto de tanta responsabilidad a un técnico habituado a los pasillos de Bruselas y de Fráncfurt merecería la aprobación entusiasta de la Comisión Europea porque sería poner la tecnocracia por encima de la política, que es lo que les toca a los países en situación más débil.