Opinión | Editorial

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Roma aflora en BCN

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El descubrimiento de los restos de una villa romana en las inmediaciones de donde se alzará la estación ferroviaria intermodal de la Sagrera es un acontecimiento que de entrada, y a la espera de conocer con exactitud el valor del hallazgo desde el punto de vista estrictamente arqueológico, hay que celebrar por lo que supone de incremento del patrimonio cultural histórico. No son frecuentes estos descubrimientos y, pese a que las huellas de la civilización romana en Barcelona son evidentes y notables, en este caso la singularidad reside en el tipo de construcción: una villa romana, unacasa pairalde 2.000 años de antigüedad, lo que es una auténtica rareza en lo que se conocía de la antigua Barcino hasta la fecha.

Un pequeño ejército al mando de arqueólogos se afana estas semanas en deslindar y valorar los restos, y hay que felicitarse de que se esté cumpliendo la legislación que vela por la preservación de estos hallazgos. No siempre ha sido así, y muchos ciudadanos recuerdan cómo piedras seculares que afloraron al excavarse terrenos para construir edificios de nueva planta acabaron en manos privadas o, todavía mucho peor, fueron destruidas por quienes temían ver paralizado o condicionado su proyecto constructivo debido a ese descubrimiento.

Aún es pronto para saber cómo afectará exactamente este alumbramiento de un trozo de la historia de la ciudad a las obras del entorno de la Sagrera. La villa romana está cerca de la trayectoria de un largo vial en construcción entre la calle de València y el nudo de la Trinitat, pero no incide en él, y a lo sumo obligaría a reconsiderar el emplazamiento de un puente provisional previsto en el lugar. En cualquier caso, los mosaicos, las pinturas y otros elementos de especial valor deben ser preservados y trasladados a un lugar adecuado. Y en cuanto a la obra civil de la villa, lo óptimo sería que permaneciera a la vista de todos en su escenario natural, a modo de contrapunto histórico de un lugar llamado a ser el paradigma de la modernidad en materia de transportes. En cualquier caso, lo que debe evitarse es que se repita la situación del Born, donde los restos medievales descubiertos hace una década aún no están museizados ni pueden ser disfrutados por los ciudadanos.