Opinión | editorial

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Vargas Llosa, otro Nobel para el 'boom'

 La opinión del diario se expresa solo en los editoriales. Los artículos exponen posturas personales.

La concesión del Premio Nobel de Literatura a Mario Vargas Llosa reconoce los méritos de uno de los grandes escritores de referencia de las literaturas latinoamericanas y zanja la polémica referida a los prejuicios políticos de la Academia Sueca, que en el pasado no habría otorgado el galardón al narrador peruano a causa de la orientación ideológica de este. Porque Vargas Llosa reúne todos los títulos para poseer el Nobel, con independencia de sus gustos políticos -del todo respetables-, que en 1990 le llevaron a aspirar a la presidencia de su país. Unos gustos que, por lo demás, no han empequeñecido nunca su caudalosa obra, llena de títulos imprescindibles -La ciudad y los perros, Conversación en La Catedral, La guerra del fin del mundo, La fiesta del chivo- que enriquecen para siempre el acervo de la literatura española.

Como todos los grandes autores, Vargas Llosa ha sabido construir un universo propio, innovar o cambiar el estilo al hilo de las historias que ha querido contar y explorar en las raíces de la herencia cultural recibida. Alejado de la artificiosidad y de las modas, empeñado en respetar la historia hasta la última coma y dotado de una imaginación desbordante, la obra de Vargas Llosa ahonda en la interpretación de la sociedad peruana, extremadamente dual, y en la epopeya asociada a la tensión no resuelta entre el mundo indígena y el Estado criollo. Y el resultado de criticar el enfoque de alguno de sus títulos o de ensalzarlo no ha hecho más que nutrir el debate relativo al laberinto latinoamericano, dentro del cual el escritor se ha empeñado en anteponer la defensa de la democracia liberal a otras consideraciones.

La hora del Nobel para Vargas Llosa es también la de un nuevo reconocimiento para lo que en su día se llamóboomlatinoamericano. Transcurridos los años y sopesada la aportación de sus figuras más relevantes, su influencia en todas las literaturas -también en el pensamiento político- es de tal magnitud que bien puede decirse que el Nobel para Vargas Llosa, como antes el de Gabriel García Márquez, lo es por extensión para la entera generación de Julio Cortázar, Carlos Fuentes, José Donoso y tantos otros. Todos ellos son los pilares de una verdadera edad de oro de la narrativa española en América.