La entrevista con el Otorrino

Jordi Coromina: «El silencio es el mejor amigo del oído»

La edad de sus nuevos pacientes va descendiendo a medida que la industria perfecciona los aparatos de audición de música, en especial, los auriculares y la potencia del sonido.

ÀNGELS GALLARDO

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–¿Nos estamos quedando sordos?

–La población, de todas las edades, está perdiendo capacidad auditiva, sin duda. Es un problema intrínseco a la civilización occidental, que se ha agravado muchísimo con los aparatos de audición por el sistema MP3. El tráfico de una gran ciudad, como Barcelona, ya alcanza los 80 decibelios (db), cuando el límite fisiológico tolerable son 60 db. A partir de ese umbral, el nervio auditivo se lesiona. Sufre un trauma acústico, una especie de envejecimiento.

–¿Qué ocurre con el sistema MP3?

–El objetivo de los aparatos que reproducen música por MP3 es conseguir que el sonido llegue al oído, y al cerebro, de forma directa y sin interferencias. Que la recepción sea inmejorable. Sus auriculares se introducen en la oreja y la música se escucha desde dentro del oído, lo que resulta mucho más agresivo que cuando se oía a través de los mecanismos externos envueltos de espuma.

–¿Qué volumen alcanzan?

–Hasta 150 db. Muy alto. Muchísimo. Aunque algunos aparatos llevan autolimitadores de volumen –que se activan a voluntad del usuario–, los jóvenes suelen escuchar su música a intensidades altísimas, de más de 90 db. Muchos la oyen a 100 o 120 db, y a todas horas: en casa o en la calle, lo que empeora las cosas, porque en ambientes ruidosos necesitan aumentar más el volumen.

–Los aparatos llevan autolimitadores de volumen, pero mantienen su potencia de origen.

–Claro. La casa Apple recibió hace unos años denuncias médicas de pacientes de Estados Unidos que habían perdido audición, e introdujo el autolimitador. La UE emitió una normativa que aconseja a la industria no fabricar aparatos de sonido MP3 con más de 100 db de potencia. Es la teoría.

–¿Qué consecuencias tiene esto?

–Estamos visitando a personas de 40 años con presbiacucia, el oído cansado, una pérdida de audición fisiológica que normalmente se inicia pasados los 55 años. Y cada vez hay más personas jóvenes con audífonos.

–¿Sus alertas tienen repercusión?

–En absoluto. Los médicos tenemos muy poca capacidad de influencia. Esta situación va a peor y, además, es imparable. Cada vez hay más gente que escucha música por esos aparatos, y ahora se han extendido a las personas de 50 y 60 años, que también los oyen a todas horas, aunque a menor volumen.

–¿Cómo afecta el ruido al oído?

–Acelera el envejecimiento y la muerte de las células que recogen el sonido ambiental. Esas células, los cilios, son millones de cabellos diminutos que se alojan en la cóclea, que es nuestro aparato de audición. El ruido las agrede y las estropea con mucha facilidad. Las células que más se lesionan son las que recogen el sonido agudo. De ahí que cada vez haya más personas que oyen, pero no entienden lo que se les dice: es porque solo captan los sonidos graves.

–¿Escuchar programas informativos por radio con los auriculares dentro del oído es también arriesgado?

–No tanto. Los factores que más lesionan el oído son la intensidad del volumen, el tiempo de audición y la irregularidad del sonido. La radio hablada es bastante regular. Hay una regla universal que dice que no hay que escuchar música más de 60 minutos seguidos a más del 60% de la capacidad del MP3. En especial, si es música irregular, como el rock. La clásica lesiona mucho menos.

–¿Esas lesiones son irreversibles?

–Sí, excepto si se han producido de forma puntual, durante un concierto en directo de música rock, por ejemplo. Hace poco, asistí a las dos actuaciones de U2 en Barcelona –acudí como otorrino, porque el cantante Bono sufrió un problema respiratorio– y al acabar propuse hacer audiometrías (nivel de capacidad auditiva) a 10 personas del público.

–¿Y qué detectó?

–A la salida del concierto, todos habían perdido entre un 9% y un 15% de capacidad auditiva. A las 24 horas, su audición se había normalizado. Eso es lo que ocurre habitualmente en quienes acuden a conciertos que, como el de U2, alcanzan los 150 db de sonido. Son lesiones reversibles, excepto para quienes inician ahí un acúfeno, un pitido interno y continuo. Ese no se va nunca más.

–¿Los jóvenes sufren acúfenos?

–Cada vez más, y la mayoría surgieron al escuchar música a volumen excesivo. En los adultos son de causa desconocida. El acúfeno es la enfermedad auditiva más molesta que existe. Si intentas imaginártelo, lo entiendes perfectamente: significa tener día y noche, aquí metido en la cabeza, un ruido agudo o grave –booooo, opiiiii– que va contigo día y noche. Siempre. Causa depresiones.

–¿Cuál es la población del mundo que oye mejor?

–Los nativos de la selva, los agricultores que trabajan solos y los monjes que viven en silencio. El silencio es el mejor amigo del oído. Cualquier nativo zulú, o del Amazonas, de 75 años, tiene mejor capacidad auditiva que un occidental de 40.