La entrevista // Helena García Melero

Luis Vidal: ''Nadie conoce el nombre de un cámara''

Cámara y jefe de retransmisiones de TVE Después de 34 años trabajando en el ente público, le pueden jubilar a pesar de que en su currículo figuran varios planos históricos

Luis Vidal.

Luis Vidal.

HELENA GARCÍA MELERO

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

--Tiene 52 años y le jubilan. ¿Eso es bueno?

--Se lo diré de aquí a un tiempo. Se me abre un panorama con el que no contaba. A mí me dijeron que era un trabajo para toda la vida y ya ve... La empresa discutió unos ERE y decidió que todo el mundo que tenía 52 años entraba en ellos de forma obligatoria. Independientemente de trayectorias y experiencias.

--¿Las condiciones son buenas?

--Me jubilo con el 92% del sueldo. A partir del uno de febrero me puede llegar la carta. Y así, 4.200 personas.

--No me salen los números para el ente público. Pero usted vuelve a estar en el mercado.

--Es un poco como volver a empezar. Daré clases en la universidad y pasaré temporadas en Menorca.

--¿La experiencia ya no tiene valor?

--Yo doy las gracias por haber trabajado estos 34 años en Televisión Española. He podido estar en primera línea entre los protagonistas de los grandes acontecimientos.

--¿Con qué momentos se queda?

--Hay muchos: los funerales de Franco, la primera visita del papa Wojtila a Montserrat, las bodas reales, los últimos cinco juegos olímpicos... O cualquier Barça- Madrid.

--¿Qué pasa en un Barça-Madrid?

--Pues, imagínese, estar en el momento previo a la salida de los jugadores en el Camp Nou, cuando todo el estadio tiembla y tú vas a dar la imagen de la salida de los jugadores. Para un culé como yo, eso es elsummum. O dar el plano de la final de Wembley. Allí enloqueces por completo.

-- Imagino.

--Los hay más silenciosos, pero no menos importantes. La primera visita del papa Wojtila a Catalunya fue un acontecimiento. A mí me tocó seguir al Papa dentro del monasterio. En un momento dado nos quedamos solos el Papa, la Moreneta y yo. Eso es irrepetible.

--¡Cómo para que le temblara el pulso en aquel momento!

--Lo mismo que con el "sí, quiero" de Letizia. Dentro de la catedral de la Almudena solo estábamos cuatro cámaras; las otras cámaras estaban robotizadas. Ese plano no lo tenía asignado, yo tenía que grabar a la familia real, pero les ofrecí esa imagen y les encantó. Ahora se repite hasta la saciedad. Fue un plano republicano para una boda real. (risas)

--Pero su gran momento fue en los Juegos Olímpicos de Barcelona.

--Sí, fue histórico. Cuando preparábamos la retransmisión se nos dijo que había una secuencia inamovible: el plano de la flecha y el momento del encendido del pebetero. Los realizadores nos contaron que ese plano lo haría la cámara nueve. Y añadieron: "Y la cámara nueve la llevará Luis Vidal".

--Y usted hizo, ¡glup!

--Sí, porque los cámaras de toda España me miraron. Además, yo no tenía ni idea de cómo van las flechas. Lo único que conocía lo había visto en las películas de indios.

--Dar ese plano entrañaba casi más responsabilidad que la que tenía el arquero Antonio Rebollo.

--Entre otras cosas, por el ensayo.

--¿Cómo fue?

--No ensayé. El día del ensayo se probó toda la ceremonia y cuando llegamos al plano del pebetero, cortaron y dijeron que era suficiente.

--¿Y el famoso plano?

--Ese no se podía ensayar, porque una flecha nunca va igual, y tampoco se podía encender el pebetero. Además, Rebollo ensayaba la llegada de la antorcha con figurantes, y eso no tenía nada qué ver con lo que ocurriría el día de la ceremonia.

--Qué le pasó por la cabeza en los momentos previos.

-- Había mucha tensión. Por los auriculares empecé a oír: "Vamos a la cámara cinco, a la siete, a la ocho... Preparado la nueve: vamos a ir a ti". Y aún me hicieron una broma. Alguien, por los cascos, me soltó: "¡Tranquilo, que solo lo van a ver 5.000 millones de personas!" En ese momento aparté todos los cables que me rodeaban, miré a todos mis ayudantes y les dije: "Que a nadie se le ocurra tocarme, por nada del mundo". Y pegué cuatro gritos. Salió la flecha, me di cuenta enseguida de que la había encajado. La flecha se fue y se encendió el pebetero. De golpe, parecía que el estadio se hundía. Por los cascos oía a todo el mundo llorando y me decían: "¡Crack, eres el mejor, crack! ¡Te queremos!"

--Vaya subidón.

--Sí, lo fue, sobre todo porque, además, eran mis juegos.

--¡Menudas vivencias se lleva!

-- Es la primera vez que lo cuento. Nunca nadie me había pedido una entrevista.

--¡Qué injusta es la televisión!

--La televisión es así. Se conoce el nombre del locutor de la retransmisión, del realizador, de los deportistas, pero nadie conoce el cámara que da un plano.