VIÑETAS NACIDAS DE LA PANDEMIA

El cómic que dibujó el confinamiento

Un planfleto furioso de Max, una parodia gamberra de Álvaro Ortiz y el serial de David Ramírez conviviendo con el covid exorcizan la pandemia

Viñetas de 'COnviVIenDo 19 días'

Viñetas de 'COnviVIenDo 19 días' / periodico

Anna Abella

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Ese afán por comprar papel higiénico al inicio del confinamiento pudo deberse quizá “a que intuimos desde el primer instante que la mierda nos iba a llegar hasta el cuello”, dice el deslenguado, cabreado y políticamente incorrecto protagonista de 'Manifiestamente anormal’ (La Cúpula), 36 páginas de panfleto furioso de un Max a quien la pandemia, una “situación inesperada y apabullante”, ha impelido a aparcar por esta vez su línea más metafísica para, sin abandonar la denuncia, regresar a la “verborrea desatada” y volver a hacer algo “tan salvaje” como su ‘underground’ ‘Peter Pank’”. Lo cuenta desde su casa, en un pueblo de Mallorca, el propio autor de ‘Rey Carbón’ y Premio Nacional. El suyo se sumará este jueves, cuando llegue a librerías, a los cómics surgidos de forma exprés en esta era de coronavirus, cada cual con su particular humor. También Álvaro Ortiz (‘Murderabilia’) ha visto cómo hace escasos días el serial 'El Murciélago sale a por birras', parodia loca y gamberra de Batman que colgó en redes por entregas durante el confinamiento, daba el salto al formato libro de la mano de ¡Caramba!, sello de Astiberri. Muy probablemente llegará también al papel otro serial virtual, ‘COnviVIenDo 19 días’: en él, David Ramírez, que acaba de publicar su también autobiográfico y costumbrista ‘Tal cual’ (Norma), engancha desdramatizando con humor su día a día desde que su marido enfermó de covid-19.

No son los únicos, David Rubín ya lanzó una historieta gratuita (ECC) de homenaje a los sanitarios y la editorial Fulgencio Pimentel reunirá, a inicios del 2021, las viñetas que el australiano Simon Hanselmann cuelga a diario en Instagram “para ayudar con la crisis diaria” y ver, como Max, “a dónde va toda esta mierda”. 

Harto del beatífico “todo irá bien”, confiesa Max (Barcelona, 1956) que se lo pedía el cuerpo. “Con el confinamiento, la vida se volvió una montaña rusa de emociones. Hasta la tercera semana aguanté con paciencia porque no sabías muy bien qué pasaba, pero me puse nervioso, empezó a salirme el mal humor y me di cuenta de que esos sentimientos negativos e inevitables no se reflejaban en los medios ni desde las autoridades, que estaban más por mantener tranquila a la población y no crear más alarma de la que ya había”. Ello le llevó a hacer algo que nunca hace: “un cómic sobre lo que está pasando en el mundo, y hecho rápido, con urgencia, en 30 días, cuando yo siempre me los pienso muy bien y los trabajo durante meses”.    

Y lo subtituló ‘(Panfleto y catarsis)’. “Porque me sirvió para dejar salir el exceso de mala leche, aunque siempre está bien guardarse un poco. La gente era una olla a presión. Yo me sentía desarmado e impotente, sin saber qué hacer. En circunstancias normales puedes salir y protestar, aquí no, era imposible no señalar a nadie que no fuera el virus. Necesitamos siempre buscar un culpable”, reflexiona el creador de Bardín el Superrealista. “Soy totalmente pesimista ante el presente. Todo está patas arriba, la salud, la economía, el distanciamiento físico, el no poder tocarte es tan poco humano… y no sabemos cuánto durará. Hemos naufragado en un mar de dudas. Hay días en que pierdo completamente la confianza en el ser humano, y eso que ya la tenía muy tocada. La humanidad siempre ha sido igual: dos pasos adelante y uno atrás, pero ahora parece que sean dos atrás y uno adelante”. 

Muertes en las residencias de ancianos

“Que una tercera parte de los muertos sean ancianos en residencias es para mandar al infierno a alguien. Es lo más penoso. Clama al cielo, no hay disculpa y alguien debería asumir responsabilidades, aunque probablemente todo el mundo escurrirá el bulto. Si nadie reconoce los errores, se repetirán y algo así no puede repetirse”, clama indignado Max, que sigue “semiconfinado por voluntad propia”: “Con tantas restricciones no apetece salir”.

En este panfleto habla de lo que le preocupa a través de su personaje Ubrut lo tacat, que lanza dardos contra los que se saltan el confinamiento, los ‘policías de balcón’, la ley mordaza, “los terraplanistas y teóricos de las conspiraciones”, los bancos –“sucias garrapatas chupópteras, sabandijas usureras, sanguijuelas voraces”- o “los fachillas”, a quienes “ve muy felices en medio de toda esta mierda” y les dice “que bajen el brazo y se laven las manos de una puta vez” .

También contra quienes salían a aplaudir a los sanitarios mientras llaman “rata contagiosa” a su vecina, la doctora del cuarto. “Es hipocresía. Los humanos somos miedosos y los más miedosos son los peores porque no pueden controlar su miedo y lo convierten en violencia contra los demás. Por suerte no es el comportamiento mayoritario pero sí es el lado más miserable de la gente”, afirma certero Max.

"Sin cultura, la gente pierde el hábito de pensar, de tener criterio propio y poner en duda las cosas"

Max

Siempre defensor de la cultura, también lamenta “el descrédito de la cultura en favor del entretenimiento puro. Eso tiene consecuencias: la gente pierde el hábito de pensar (eso, los que pensaban), el tener criterio propio y poner en duda las cosas. La cultura y el entretenimiento están ligados al consumo y ahora que ese bienestar se nos ha desmontado es difícil pensar cómo seguir siendo una sociedad sin consumir”. 

Su reflexión final recuerda el microrrelato de Monterroso. “Despertaremos y el dinosaurio seguirá ahí. Asumo mi papel como autor de cómic que siempre ha trabajado en ficción y que de repente se pone a hacer cómic realista. Pero esto es tan demencial que me asusto y me vuelvo a la ficción”

David Ramírez, con el coronavirus en casa

De la realidad no escapó David Ramírez (Tortosa, 1974). Su marido Iván, que trabaja en sanidad, enfermó de covid-19. Los síntomas, el miedo a contagiar a la pareja, el ingreso en el Hospital del Mar, los temores de toda la familia ante la gravedad de su estado, la ansiedad ante el alud de noticias sobre la pandemia… No fue hasta que su pareja estuvo fuera de peligro y convaleciente de nuevo en casa, aunque con secuelas, que pensó en contar ese día a día a imagen de las divertidas y empáticas páginas autobiográficas de sus intimidades cotidianas que ha reunido en ‘Tal cual’ (Norma). 

El resultado, ‘COnviVIenDo 19 días’, que sigue colgando por entregas en sus redes, mantiene su humor costumbrista. “Quiero que la gente se lo pase bien pero que no pierda el respeto al covid. No hay que confiarse, Iván no tenía factores de riesgo ni por edad ni por patologías previas. Pretendía que el lector pensara que es jodido a la vez que se quedara con una sonrisa. Me gusta poner ternura y humor, algo de luz en la oscuridad”, se sincera el dibujante desde su casa, en Barcelona. 

“Gente que no nos conoce sigue nuestra historia y envía mensajes privados preocupándose por cómo estamos o diciendo que han pasado por ello –explica-. Con el covid todas las personas del mundo han pasado por situaciones similares y estresantes, esa identificación ha hecho que las historietas generaran empatía, igual que lo que cuento en ‘Tal cual’, que son cosas diarias y simpáticas que me pasan a mí pero que por los comentarios en las redes ves que también a mucha gente”. 

Opina Ramírez, que ‘COnviVIenDo 19 días’ “puede ayudar a visualizar la situación a quien no la ha pasado y acompaña a quien sí lo ha hecho”, además de, como le han trasladado profesionales de la medicina, “puede servir de guía didáctica de qué protocolos seguir ante un contagio”.  

Este trabajo muestra “lo mal que físicamente lo pasa el enfermo, pero psicológicamente para la familia ha sido de lo más duro la angustia de saber que está muy mal pero no puedes verlo porque está aislado. Las llamadas diarias de los médicos ayudan, pero no podíamos dejar de pensar si esto sería el final”, confiesa. 

Ahora el dibujante cuenta los días para volver a ver a su madre, que espera ansiosa en Tortosa, sin internet, poder leer sus nuevas viñetas. Fue de hecho allí, en el 2018, cuando se trasladó a vivir un tiempo con ella para cuidarla tras un infarto, donde surgió ‘Tal cual’. “No podía embarcarme en un proyecto largo y sin ordenador empecé a dibujar páginas autoconclusivas para entretenerme que no me absorbieran muchas horas y con un tema universal, mis intimidades, que ella, una señora de 70 años, también pudiera disfrutar”. 

Un Murciélago con ansia de birras en confinamiento

En plena cuarentena, un millonario, héroe enmascarado vestido de murciélago y llamado Brus descubre que se ha quedado sin cervezas. Deja en la mansión Wein a su mayordomo Alfredo -para no exponerle al contagio de ese “virus chunguísimo”- y sale a buscar birras a las calles de “una ciudá la hostia de peligrosa”. A la vez que intenta saciar su sed y resolver unos asesinatos después de que el comisario Pérez le pida ayuda, le veremos hasta con las vergüenzas al aire. Así suena este serial desvergonzado, parodia de un innombrado Batman “hecha desde el amor”, puntualiza desde su casa, en Zaragoza, Álvaro Ortiz (1983), que recuerda a cada minuto, no sin una sonrisa, que “cualquier parecido con la realidad es pura casualidad y el personaje es totalmente nuevo, aunque todo el mundo puede imaginarse de dónde viene”. 

El creador de ‘Cenizas’, ‘Murderabilia’ y ‘Rituales’, cómics que hablaban de “cosas profundas como la amistad, la creación literaria o lo ínfimo y lo infinito”, empezó a colgar en sus redes a diario las páginas dibujadas en confinamiento. En seguida se hicieron virales entre sus seguidores, tan ansiosos por saber qué pasaría en cada entrega, como Murciélago de saciar su sed de cerveza. “Aunque los dibujantes digamos que estamos acostumbrados a trabajar encerrados en casa, yo vivo solo y pronto me subía por las paredes. Estaba con otro proyecto propio pero pensé en dibujar mi vida en cuarentena, pero no era nada original y se me ocurrió este folletín casi como divertimento. Pero el ‘feedback’ de los lectores me llevó a decir la fantasmada de que haría un capítulo al día y pronto ¡Caramba! me propuso llevarlo al papel si cuajaba. El libro, 'El Murciélago sale a por birras', con un tramado en azul (el original es en blanco y negro) “de reminiscencias de los tebeos pulp”. 

Destila un humor “bastante zafio y tonto”, califica Ortiz. “Son diálogos que nunca verás en un tebeo de superhéroes. Mucha gente me ha comentado que lo primero que hacían al levantarse era mirar si había colgado la entrega porque les alegraba el día, aunque no lo hice con ese espíritu, pero creo que era un momento en que la gente necesitaba reír”. 

Puede parecer que la trama está improvisada, pero no. “Desde el principio tenía una escaleta clara con tres elementos del cómic clásico de superhéroes: una parte de cachondeo, otra de investigación de unos asesinatos y la batalla final. Pero siempre manteniendo el lazo con la cerveza, que es el gag inicial, y con la pandemia”, explica. De ahí que junto a los colegas enmascarados del Murci -Rubén, La de los gatos o Supermotivao-, aparezcan la vigilante ultra del balcón, “la fiebre que le dio a la gente por hacer pan en casa” o un pangolín, mamífero que se señaló como posible foco del coronavirus junto con el murciélago y del que Ortiz es fan: “en el 2015 ya dije en Twitter que era mi animal espiritual”. “Y sí, evité los temas políticos y los médicos. No hay ningún personaje infectado. Quizá porque en los primeros días me agobié mucho con las noticias y los whatsaps”.    

Esperando no llamar la atención de los abogados de DC vigilantes de los derechos del Caballero Oscuro –“es una parodia y no hay nombres ni logos”-, Ortiz no descarta una segunda entrega “si hay rebrotes o si se agota la primera edición y la mitad de la segunda". Seguro que lo hará, pues se define "muy cumplidor”.    

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