CRÍTICA
Geometría variable
Antoni Carrasco enlaza distintos cuentos para evocar una vida en 'Recorda sempre aixó'
En los primeros cuentos que escribió, Antón Chéjov practicaba la parodia, la ironía, la metaliteratura, los finales con sorpresa. A medida que va madurando se desprende de todo ese artificio y se centra en la evocación enriquecida de escenas no conclusivas, cuyo sentido debe adivinar el lector. No es arriegado situar en esa línea ‘Recorda sempre aixó’, de Antoni Carrasco (Santa Coloma de Farners, 1957).
El primer texto, ‘Misteriosos habitatges’, es un cuento redondo, es decir, una combinación orgánica de observación, destilación y sintaxis. Cuando estamos leyendo el segundo, nos encontramos con una palabra que nos hace intuir que, aunque autosuficientes, cada una de las piezas funciona como un capítulo, ya están protagonizadas por el mismo personaje. Efectivamente: él, sus padres, su pasado –revelado de forma gradual, también por él mismo-, son los elementos que tienen en común las siete escenas, desde la infancia en el cuartel hasta el viaje con su padre a Tierra Santa, como un adiós deseado y trascendental -y, por eso mismo, decepcionante-.
Los mejores capítulos son los del descubrimiento del padre, cómo se acorta la distancia entre cómo lo ve de pequeño y cómo lo descubre a medida que va creciendo. La estancia con la madre en el balneario nos ayuda a hacernos una idea de las sombras de postguerra. El periodo en el servicio militar pone en contacto dos mundos opuestos, el microcosmos cuartelero y la vida más o menos normal del exterior. En cambio, los últimos capítulos adquieren un aire de crónica, con descripciones que se comen la substancia.
‘Recorda sempre aixó’ es un libro situado en la frontera entre la creación basada en hechos reales (¿cuáles no son?) y las memorias no declaradas (¿qué no es memoria?) que viene a ser la literatura sin imposturas. La vida del protagonista es tan peculiar como para impulsarnos a pasar las páginas, pero también tan parecida a la nuestra que nos obliga a interrogarnos sobre nosotros mismos, como ante los espejos deformantes.
Antoni Carrasco escribe poco a poco. Este es su tercer libro y el segundo de cuentos. Hace tres años publicó ‘La segona lluna’ que obtuvo el premio Casero de novela breve, y que también estaba formado por tres narraciones independientes que se enlazaban para proyectar más luz sobre sí mismas, ya que lo importante no son tanto las caras como las figuras geométricas que se dibujan en la mente de cada lector.
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