"Contar es escuchar", una última mirada a la lucidez de Ursula K. Le Guin

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Alicia García de Francisco

La muerte de Ursula K. Le Guin a los 88 años deja huérfanos a millones de seguidores, que buscaban en sus textos el entretenimiento de la ciencia ficción y la profundidad de sus reflexiones feministas y sociales, como muestra su última obra, "Contar es escuchar".

Ese libro llegó hoy al mercado español, pocas horas después del fallecimiento de Le Guin en su casa de Portland (EE.UU.), y es un completo resumen de su vida como escritora, como defensora de la imaginación, pero también una reflexión sobre el papel de la mujer, el concepto de la belleza, el paso del tiempo, la vejez y la naturaleza.

Son las dos facetas más destacadas de una mujer declarada "leyenda viva" por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos en 2000, antropóloga de formación -de ahí le venía su enorme curiosidad por el estudio del comportamiento humano-, escritora de literatura fantástica y "grandísima defensora de la mujer".

"Su literatura transciende mucho del género de la ciencia ficción, tenía mucho sentido del humor y un fuerte poso del taoísmo y del concepto universal del mundo, que defendía con mucha fuerza, vehemencia y humor", resume a Efe Eva Serrano, la editora de Círculo de Tiza responsable de la publicación de "Contar es escuchar".

El libro recoge conferencias y charlas de Le Guin que permiten reproducir con gran exactitud sus ideas como escritora y como mujer.

Una obra de "madurez creativa", una especie de "vista atrás a todo lo que ha hecho en su carrera" y que permite conocer mejor a una escritora mundialmente famosa, con libros traducidos a más de 40 idiomas y cuyo nombre incluso sonó para el Premio Nobel de Literatura en varias ocasiones.

Fue "una figura irrepetible, de esas mujeres que rompieron moldes, que se pusieron el mundo por montera, sin por ello abdicar de su condición femenina", recuerda Serrano.

Algo que queda más que claro en el prólogo de "Contar es escuchar", un texto que Le Guin escribió cuando ya había superado los 70 años.

"Soy un hombre. Pensarán que he cometido un error de género sin querer, o quizá que intento engañarlos, porque mi nombre de pila acaba con a, y soy dueña de tres sujetadores, y he estado embarazada cinco veces, y otras cosas por el estilo que sin duda habrán notado, pequeños detalles", escribe.

Toda una declaración de principios de una escritora que apoyaba sin ambages que la imaginación es la herramienta más potente del ser humano, lo que la llevó a dedicarse a la literatura de ciencia ficción, un género que se consideraba B y un reducto principalmente masculino, pero en el que no estaba limitada por la realidad.

Pudo así servirse de las metáforas "para construir mundos menos estrictos y organizados por estructuras escritas por los que siempre ganan", reflexionó Serrano.

En eso se parecía a la canadiense Margaret Atwood, con la que mantenía una relación de mutua admiración.

"Estoy muy muy triste. ¡Qué inmensa imaginación, que mente tan fuerte y mordaz!", resaltó Atwood en su cuenta de Twitter tras conocer el fallecimiento de Le Guin.

Hace tiempo, Atwood dijo de Le Guin: "Cualquier cosa que haga, donde quiera que su curiosa inteligencia pueda llevarla, sean cuales sean los giros en las tramas y los órganos reproductivos que pueda inventar, nunca pierde contacto con ella misma por su propia inmensidad".

Otra gran admiradora de la autora de "Los desposeídos" o "La mano izquierda de la oscuridad" es la española Rosa Montero, que lamentaba también en Twitter el fallecimiento de "la inmensa Úrsula K. Le Guin".

Era "una/uno de los mejores escritores del siglo XX", afirma Montero, que la consideraba su maestra y que recomienda leer sus libros para darse cuenta de la variedad de sus textos. Y acaba con un "Grandísima".

Tan grande como su lucidez, que mantuvo hasta el último momento.

Hace muy poco intercambiaba correos electrónicos con Eva Serrano y le pedía que no utilizaran fotos suyas de la actualidad para poner en el libro, que buscaran alguna en la que saliera más guapa.

"Tengo mejores fotos de hace años, antes de que mi cara empezara a parecer un mapa del desierto del Gobi", afirmaba con humor.