tú y yo somos tres

Matar al crítico, y un detalle de amor

Ferran Monegal

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Me preguntan amigos, conocidos, vecinos y compañeros de oficio periodístico, qué pienso hacer, y qué pienso decir, ahora que 'Polònia' (TV-3) ha decidido matarme a través de mi admirado imitador Jordi Rios.

En primer lugar, debo advertir que me matan, sí, pero me recuperan enseguida. O sea, que yo lo veo como un detalle de amor que los 'polacos' han tenido conmigo: primero les ha entrado el instinto irrefrenable de liquidarme, pero al verme tendido sobre la mesa no lo han podido soportar y en un rapto de cariño me han resucitado al cabo de cinco segundos.

¡Ahhh! Tiene mérito: ha sido un intento más breve todavía que la proclamación de la República. Aquí lo procedente es intentar comprender por qué mis queridos 'polacos' han sucumbido -aunque solo por un instante- a sus ansias de matarme.

Creo que la clave está al principio del sketch, cuando consideran que mi actividad analítica, o crítica, ha entrado en un bucle. Creo que en 'Polònia' no les gusta que últimamente mis columnas de EL PERIODICO, mis comentarios en 'Julia en la Onda' y mis pinceladas sin filtros en 'La Sexta noche' incidan en las manipulaciones que hace la tele sobre la política.

Tienen razón. Quizá desearían que hablase más de 'Casados a primera vista' y menos de las televisiones públicas (TVE-1 y TV-3) como instrumentos de agitación y propaganda de sus gobiernos respectivos. Es posible que también estén afligidos, porque he dicho que ahora 'Polònia' ya no reparte la leña con la imparcialidad que lo hacía.

Pero debo señalar que en esta misma edición han tenido otro detalle que valoro muchísimo. El sketch sobre Carme Forcadell, enseñándole a su sucesor Roger Torrent el cuarto de las ratas en el que tiene encerrados a los letrados del Parlament, que fue oportunísimo. A aquellos sabios letrados que advirtieron que no se podía liquidar a medio Parlament inventándose un reglamento a gusto de la colla pessigolla, resulta que les tienen encerrados desde el 6 de septiembre en un cuarto oscuro. ¡Ahh! Con este golpe, Polònia vuelve a ser el país que tanto admiro.

A mí, lo que me ha dolido ha sido lo de Papitu. No es verdad que haya huido. Ni a Bruselas ni a ningún sitio. Y menos aún que un bárbaro cocinero se lo haya comido a la parrilla. Tanto Papitu, como yo, a pesar de los intentos de matarnos, gozamos de buena salud.