CRÓNICA DE CLÁSICA

Martha Argerich brilla también en compañía

La gran dama del piano sedujo al Palau con `Escenas de infancia¿ de Schumann y otras obras interpretadas junto a Gabriele Baldocci

zentauroepp41628490 marta argerich180116194236

zentauroepp41628490 marta argerich180116194236 / IGOR CORTADELLAS

César López Rosell

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Martha Argerich (Buenos Aires, 1941) le gusta actuar en compañía. La gran dama del piano afirma que la armonía que se crea al lado de otros artistas le da "fortaleza y tranquilidad". Lo dice, precisamente, quien transmite como pocos la seguridad y virtuosismo interpretativo de las obras. Sus manos se deslizan sobre el teclado con una frescura, agilidad y energía que sigue manteniendo intactas con el paso de los años. En su quinta visita a la temporada de Ibercamera ha contado con el joven Gabriele Baldocci. A pesar de la distancia de calidad que había entre ambos intérpretes, la experiencia de los conciertos para dos pianos funcionó bien en el Palau, aunque se echó de menos una mayor participación de la arrolladora pianista como solista, limitada a su delicada versión de las célebres 'Escenas de la infancia' de Robert Schumann, que recreó con una delicadeza y maestría apabullantes.

La expectación era grande y hubo que habilitar tres filas suplementarias de sillas en el fondo del escenario, donde impactó la presencia de los dos pianos de gran cola Steinway & Sons. El 'fenómeno Argerich' tiene mucho tirón en Barcelona y bastó que apareciera en la sala para que el público expresara su entusiasmo. Tres adaptaciones de Franz Liszt de obras clásicas iniciaron la sesión. En 'Reminiscencias de Don Juan', basada en el 'Don Giovanni' de Mozart, el dúo expresó la grandilocuencia de la pieza, con un dominante 'leit motiv' de 'La ci darem la mano'. Ya con Baldocci solo en escena llegaron la paráfrasis de la plegaria 'Salve Maria de Jerusalem' de 'I lombardi' de Verdi, y la fantasía de las transcripciones del 'Liebestod' final de 'Tristán e Isolda' de Wagner desplegadas con discreción. La pequeña joya 'Concertino para dos pianos' de Shostakóvich, con momentos llenos de grácil ritmo y otros melodiosos frente a los más enérgicos, cerró la primera parte.

Un ambiente mágico

Argerich dejó que su alma de la niña flotara sobre el teclado con la obra de Schumann. Los 13 episodios crearon un mágico ambiente, pero fueron especialmente impactantes sus recreaciones del famoso 'Ensueño' y 'El poeta habla', de los que la artista hizo una verdadera creación. En el regreso al repertorio inicial del concierto le llegó el turno a la 'Suite para dos pianos' de Rachmaninov, obra primeriza del que fuera un avanzado de su tiempo. El gran calado poético de la pieza inundó la sala, pero fue en 'La valse' de Ravel donde más brilló el dúo. Esta 'deconstrucción' del vals volvió a mostrar, sobre todo, el genio interpretativo de la voz cantante de Argerich, correctamente respaldado por Baldocci. La belleza de los colores, el contraste entre los acordes más fuertes y la delicadeza de otros y el diálogo entre el piano melódico y el percusivo prendieron la llama del entusiasmo antes de llegar a las propinas con 'Gemini' de Anthony Phillips, dedicado a la diva, y la suite para dos pianos 'Scaramouche', de Darius Milhaud.