CRÍTICA DE CINE

'El instante más oscuro': Oscar al mejor látex

Esta hagiografía de Churchill funciona como poco más que una colección de exhibiciones de histrionismo actoral de esas que tan bien lucen proyectadas en la gala de los Oscar

Nando Salvà

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Winston Churchill es todo un símbolo de espíritu guerrero, y sus conmovedores discursos figuran entre los más famosos ejemplos de oratoria que existen. Algunos dicen que se trata del político más importante del siglo XX. Su historia, pues, merece ser llevada al cine, y de hecho ha sido llevada al cine con insólita frecuencia en los últimos años. En parte por eso, 'El instante más oscuro' tiene pocas cosas que decir sobre la esencia de un gran líder que no hayamos oído ya. Al verla uno siente que su única razón de ser es proporcionar a Gary Oldman su OscarGary Oldman.

La película transcurre en mayo de 1940, un mes durante el que Churchill tomó posesión del cargo de primer ministro británico justo cuando los alemanes estaban a las puertas de Gran Bretaña, y se vio obligado a decidir si el país debía luchar contra los nazis o intentar negociar con ellos la paz. La premisa invita a explorar asuntos típicos de las ficciones políticas ambientadas en tiempos de guerra, como la carga que soportan quienes deben enviar a los jóvenes soldados a morir. Pero la película apenas ahonda en ellos a pesar de todas esas escenas en las que hombres petulantes hablan y hablan y hacen aspavientos y vitorean en estancias en las que alguien se olvidó de instalar lámparas. Para rodarlas, Joe Wright despliega todo un catálogo de filigranas visuales y alardes de técnica que otorgan a la película aires de importancia y tratan sin éxito de insuflar cierto drama, al tiempo que subrayan las intenciones hagiográficas que el director tiene para con su héroe.

Escondido debajo de las prótesis, el látex y el maquillaje, por su parte, Oldman pasa las dos horas de metraje gesticulando con energía y furia bovinas y ametrallando monólogos célebres, y en el proceso no ofrece rastro alguno de hondura o complejidad. Pese a ello, eso sí, es lo único en esta película que no resulta inmediatamente olvidable. Al final, 'El instante más oscuro' funciona como poco más que una colección de exhibiciones de histrionismo actoral de esas que tan bien lucen proyectadas en la gala de los Oscar, separadas por largos segmentos de puro tedio.