ÓPERA

'Don Carlo', tocado por la crisis del Palau de les Arts

Un momento de 'Don Carlo' con Plácido Domingo.

Un momento de 'Don Carlo' con Plácido Domingo. / periodico

César López Rosell

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Aquellos polvos trajeron esos lodos. La reciente dimisión del intendente del Palau de les Arts, Davide Livermore, ha planeado sobre las aclamadas funciones inaugurales de 'Don Carlo' de Verdi con Plácido Domingo en el reparto, y ha sumido en una nueva crisis al teatro valenciano. A los 10 años de la puesta en marcha del coliseo de Calatrava, Valencia rememora los tiempos de mediática traca, cuando la todopoderosa Helga Schmidt (destituida y procesada por los presuntos delitos de prevaricación, malversación y falsedad) llenaba el teatro de estrellas de la lírica y grandes batutas como Lorin Maazel y Zubin Mehta tirando del generoso talonario que había dejado en sus manos el corrupto gobierno de Francisco Camps.

Eran tiempos de aparatoso exhibicionismo, pero los excesos se pagan y de los 44 millones de presupuesto de entonces se ha bajado a los 22 actuales, de los cuales 16 son de subvención de la Generalitat valenciana. La crisis obligó a un gran recorte y se llevó por delante a Schmidt, cuyo mejor legado ha sido dejar unas magníficas orquesta y coro. Su sustituto ha ampliado, durante estos últimos dos años, la programación con una pretemporada de títulos populares interpretados por alumnos del Centro de Perfeccionamiento Plácido Domingo, a precios muy baratos, además de llevar la ópera a los barrios con los camiones-escenario y dar entrada a un ciclo de bandas en el Palau.

Reestructuración

Pero esta conexión, entre la idea del intendente y la de la de política cultural del ejecutivo del PSPV y Compromís de popularizar el espectáculo lírico, se ha roto. Livermore, homenajeado por el público en la función del sábado y ausente en la del martes, se ha ido por la trabas administrativas que le impone ahora el Gobierno autonómico para gestionar la ópera, aplicando la normativa de contratación del sector público, y también porque no se le permite compatibilizar su gestión con la de hacer encargos para otros teatros. Con los nuevos estatutos aprobados, los trabajadores de la ópera deben pasar por un concurso público, que es el que se aplicará ahora para buscar un nuevo director artístico. También se ha planteado utilizar esta normativa para contratar cantantes, algo absurdo en la lírica.

El dimitido intendente  se ha ido por las trabas administrativas que le impone el actual gobierno autonómico que ha reducido las generosas subvenciones del gobierno Camps

El hecho de que se haya decidido nombrar un responsable económico implica asimismo un mayor control de los números por parte de la conselleria. El cambio de la estructura del patronato, que se pretende que tenga al frente un destacado personaje de la sociedad civil, siguiendo modelo del Liceu y del Real, es otra de las novedades. El cruce de acusaciones de estos días ha llegado salpicar incluso a Plácido Domingo, que había elogiado la labor de Livermore y pedido un planteamiento más riguroso para mantener la sostenibilidad del teatro. Albert Girona, secretario autonómico de Cultura, llegó a preguntar quién era el cantante para cuestionar las decisiones del ejecutivo, aunque luego rectificó diciendo que siempre se contaría con su figura. El ahora barítono es el último superviviente de la 'grandeur' de antaño del teatro, al que apoya prodigándose en actuaciones y desde su centro de perfeccionamiento en el que se implica dando lecciones magistrales.

Domingo 'superstar'

Domingo es uno de los polos de atracción del montaje. Encarna al marqués de Posa, amigo del protagonista de esta historia de amor, poder absolutista y fundamentalismo religioso. El artista mantiene todavía el carisma escénico y durante su actuación colocó con elegante fraseo y buena administración de recursos sus arias y dúos. Andrea Caré (Don Carlo) se mostró irregular pero lució siempre un buen color de voz. Maria Katzavara, que se alterna en el papel de Isabel de Valois con María José Siri, defendió con carácter su personaje mostrándose segura en los agudos, y Violeta Urmana fue una de las triunfadoras de la producción exhibiendo poderío como princesa de Eboli. El sólido bajo Alexander Vinogradov (Felipe II) e intimidatorio Marco Spotti (Gran Inquisidor) brillaron en sus rolesn. Tébar condujo a la orquesta con nervio y dominio de la partitura y el coro estuvo a la altura de siempre en este gris pero funcional montaje de Marco Arturo Marelli.