CRÓNICA DE MÚSICA

Sun Kil Moon, blues hablado de nueva generación

El músico rock de culto Mark Kozelek exhibió sus canciones-río en un concierto poco complaciente en Fabra i Coats

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Juan Manuel Freire

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Mark Kozelek, el hombre detrás de los míticos Red House Painters, no puede dejar de crear. Este año ha publicado nuevo disco como Sun Kil Moon, 'Common as light and love are red valleys of blood', con aires de 'blockbuster' confesional. Dura más que 'Liga de la Justicia': 129 minutos. Y, además, tres discos colaborativos: uno con Sean Yeaton (bajista de Parquet Courts), otro con Jesu y otro con Ben Boye y Jim White. Los dos últimos duran como una película de John Carpenter de los 80.

Habrá quien diga genio irrefrenable, habrá quien diga autoindulgencia. La verdad está, como siempre, en un punto intermedio. Desde 'Among the leaves' (2012), Kozelek ha insistido en una forma de composición que antepone flujo de conciencia a depuración, lo que puede derivar en ejercicios fascinantes de introspección (todo el álbum sobre la muerte 'Benji', del 2014) y también en relatos sobre lo cotidiano innecesariamente largos, en los que no cada detalle importa. Su rehabilitación de aquel 'talking blues' popularizado por Woody Guthrie suele ser hipnótica, pero a veces, también, algo frustrante.

En su concierto en Fabra i Coats del miércoles, bajo la guisa de Sun Kil Moon (es decir, con banda completa, incluyendo a Ben Boye en teclados), Kozelek también jugó un poco con la paciencia del oyente. Pocos rescates de su repertorio más canónico y bastante cata de inéditos.

Homenaje a David Cassidy

Una buena parte del minutaje de la actuación estuvo dedicada a canciones todavía por pulir, compuestas en viajes recientes en avión: Oslo-Varsovia y París-Barcelona. La segunda era un homenaje al fallecido David CassidyDavid Cassidy con referencia también a Malcolm Young de AC/DC (de quienes en el 2000 publicó todo un disco de versiones acústicas) e interpolación del tema principal de 'Mamá y sus increíbles hijos'. Curiosa, pero ¿dónde se dejó 'I can’t live without my mother’s love'?

Al menos tuvimos 'Dogs', su emblemático repaso de primeras experiencias sexuales. Fue uno de los mejores momentos de la noche, junto a la inédita pero depurada 'My love for you is undying', con guitarras líquidas a lo The Durutti Column. En ella Kozelek aprovecha para quejarse por las pocas llamadas que recibe ahora de Hollywood (a principios de la década pasada, 'Casi famosos', 'Vanilla sky' y 'Shopgirl' sacaron provecho de su potencial actoral).

"¿Y se metió con alguien?", preguntarán algunos. El público de las primeras filas quedó esta vez ileso, quizá por tener el móvil bien guardado y estar atento a la música. Pero los técnicos de luces recibieron reprimendas por variar colores y efectos cuando, según parece, durante la prueba de sonido había exigido la misma luz todo el tiempo. "No toquéis las putas luces", repitió hasta la extenuación y hasta crear risas. Lo suyo, más que mal humor, parece una forma oscura de 'stand-up comedy'. Si Paramount no llama, queda la Comedy Cellar.