GRAN AUTOR FRANCÉS

Emmanuel Carrère, el ojo público

Emmanuel Carrère, en el tejado de La Pedrera.

Emmanuel Carrère, en el tejado de La Pedrera. / periodico

Elena Hevia

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Una frase del ‘I Ching’, el libro de los oráculos chino, sirve de título al último trabajo del francés Emmanuel Carrère. 'Conviene tener un sitio adonde ir' (Anagrama) reúne buena parte de la obra periodística del autor escrita entre el 1990 y el 2015. Y la primera constatación es que no hay apenas diferencia entre sus novelas de no ficción y estos textos y crónicas destinados, en un principio, a la lectura apresurada de diarios y revistas. Bueno, sí, estos son más cortos.

Además, también los artículos vuelven a ser una autobiografía esquinada, como lo son sus novelas, en las que el autor desgrana a sus autores de cabecera como Philip K. Dick -“al que solo aprecian los locos”-, H. P. Lovecraft, Leo Perutz Sébastien Japrisot, todos ellos situados en la periferia de los reverenciados autores mayores, y utiliza a Daniel Defoe para hablar del eterno tema de la realidad y la ficción, ya que el padre de Robison Crusoe empezó haciendo crónica periodística y terminó inventando historias, o se interroga sobre aspectos que a posteriori o antes acabarán siendo parte de libros como ‘De vidas ajenas’ o ‘Limonov’.

El ego 'humilde'

Explica el autor, antes de su participación en el ciclo Converses a La Pedrera este lunes y de la recepción del Premio Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara el próximo día 25, que no percibe diferencia alguna entre sus novelas y estos textos de diferente longitud. "Estoy convencido de que el periodismo, especialmente el reportaje, es una forma de literatura. Y no me importa que sean el producto de un encargo, si los acepto me gustan tanto como los temas que yo he sugerido". Como no podía ser de otra manera, también estas piezas están dirigidas por una mirada en primera persona, la del propio autor: "Sí, se me suele tildar de egocentrista o narcisista, pero creo que relatar las cosas desde el yo es una forma de humildad, de asumir la subjetividad y no sentar cátedra sino solamente mostrar lo que he vivido y lo que he visto".

"Se me suele tildar de egocentrista o narcisista, pero creo que relatar las cosas desde el yo es una forma de humildad"

Entre los artículos hay uno dedicado a 'El periodista y el asesino', de Janet Malcom, un libro que Carrère recomienda fervientemente, que encierra también una reflexión sobre el oficio –el de periodista , no el de asesino- con esa ya famosa frase en la que la autora asegura que un periodista, si no es un idiota, sabe que en un momento u otro acabará traicionando a aquellos que confiaron en él. "Ese libro es magnífico pero no estoy de acuerdo con esa idea. Estoy convencido de que se puede establecer una relación honesta con la gente. Es cierto que los periodistas no siempre lo consiguen pero considero que Malcom está siendo un poco masoquista cuando dice eso, porque ella es honesta". Y es que en los últimos 15 años, Carrère, que empezó como un novelista más tradicional,  ha cultivado una personal noficción literaria -género cada vez más en alza- en la que la última frontera es siempre la fidelidad a los hechos.

Ni teme ni espera

La reflexión de la estadounidense sobre los límites morales del periodismo también está relacionado con dos artículos en los que Carrère explica cómo abordó la obra con la que se dio a conocer internacionalmente, 'El adversario', que evocaba el caso real de Jean-Claude Romand, un hombre que engañó a su familia durante 18 años haciéndoles creer que era médico y que trabajaba en la OMS y que al estar a punto de ser descubierto mató a su familia, incluido el perro. Como es inevitable la comparación con Truman Capote y su ‘A sangre fría’, que también relata un célebre asesinato, el francés vuelve a reivindicar la primera persona como una forma de comprometerse con el relato. Pero personalmente no desea ir más allá. A saber: hace dos años parecía próxima la posibilidad de que Romand saliera de la cárcel, tras 18 años de prisión. Finalmente, no ha sido así, sigue preso. Carrère ni teme ni espera ese momento porque no se ha implicado con el asesino como sí hizo Capote. "Que salga depende de las instituciones penitenciarias. Y si lo hace, ese día no iré a esperarlo a la puerta. Si el desea verme naturalmente que le complaceré pero en principio no creo que sea algo que yo buscara".

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