CRÓNICA DE CONCIERTO

Una prodigiosa Mullova recrea a Sibelius

La violinista, junto a la brillante Sinfónica de Bamberg, exhibió en el Palau su controlado virtuosismo en la inauguración de BCNClàssics

viktoria mullova  violinista

viktoria mullova violinista / periodico

César López Rosell

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Es una de las grandes del violín. Viktoria Mullova (Moscú, 1959) deslumbró al Palau junto a la Sinfónica de Bamberg  en la inauguración de la temporada de BCNClàssics. La intérprete conquistó al auditorio con su prodigiosa interpretación del 'Concierto para violín y orquesta, opus 47' de Jean Sibelius. La violinista que vino del frío, después de su sonada huida de la entonces URSS en 1983 en busca de su libertad personal y artística, exhibió la fuerza de su calidad interpretativa con un virtuosismo siempre controlado y una elegante presencia escénica, no exenta de una cierta sensualidad que mantiene intacta.

La versátil solista extrajo maravillas sonoras de su Stradivarius Jules Falk de 1723 de la mano de un autor que está directamente conectado con sus genes musicales, ya que con él saltó a la fama en 1980 al ganar el Concurso Sibelius de Helsinki, en 1980. La que fuera musa y pareja de Claudio Abbado mantiene las constante vitales del rigor interpretativo con el ejemplar respaldo de una de las mejores orquestas alemanas. Mullova y los músicos demuestran una compenetración que va más allá de la del simple acompañamiento para lucimiento de la estrella. El equilibrio y homogeneidad de esta formación de gran personalidad enriqueció en todo momento el discurso de la violinista. Y en ello jugó un importante papel el talentoso y enérgico director checo Jakob Hrusa, titular de la orquesta desde hace un año.

Propina brasileña

Desde el primer tema desarrollado por Mullova en el 'Allegro moderato' inicial y repetido por los clarinetes, todo fue como la seda. Brilló especialmente el temperamento de la solista en el segundo movimiento de ritmo cadencial. Las dificultades técnicas del 'Allegro, ma non tanto' final, precedidas por la intensidad rítmica de cuerda y percusión, fueron superadas con aparente facilidad por esta intérprete repetidamente aclamada, lo que le obligó a ofrecer una propina con música de Brasil de su disco 'Stradivarius in Rio'.

La Sinfónica de Bamberg interpretó 'Vltava' ('El Moldava'), el primero de los seis poemas de la obra maestra de Bedrich Smetana 'Ma vlást' ('Mi patria'), colorista partitura precursora del nacionalismo musical y asumida por los checos como un himno. La formación mostró un dominio absoluto de esta descriptiva pieza de exuberante orquestación. Su remate con la popular 'Sinfonia del nuevo mundo', del también checo Anton Dvorák, de impresionante inspiración melódica y edificada desde la ortodoxia beethoveniana, conquistó al público que, y esto sí es una buena noticia, prácticamente llenaba el Palau. Un buen comienzo de este ciclo, que contará, entre otros, con la Orquestra de Cadaqués y figuras como Gianandrea Nosedat, Daniel Barenboim, Vladimir Azhnenazy y el colofón con la Filarmónica de Berlín, dirigida por 'sir' Simon Rattle.