CRÍTICA DE CINE

'La librería': leer, soñar y luchar

Isabel Coixet hace un precioso homenaje a los libros, al deleite que provocan y al conocimiento que trasmiten

Beatriz Martínez

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En los últimos años, el cine de Isabel Coixet no ha parado de mutar y cambiar de estilo dependiendo de las circunstancias, de la naturaleza del proyecto que tuviera entre manos. Puede que por el camino la directora haya perdido parte de esa esencia que, para bien o para mal, la convertía en una autora profundamente personal. En 'La librería' desde luego no encontramos ninguno de sus tics, ni rastro de sus rasgos estilísticos fundamentales, sino que se empapa del espíritu de la novela de Penelope Fitzgerald para ofrecer una pulcra, meticulosa y también muy delicada adaptación que rezuma esencia 'british' con un toque retro.

Y lo hace de una manera muy natural, nada impostada, introduciéndonos en la historia a través del paisaje y la idiosincrasia de los habitantes de un pequeño pueblo costero a finales de los cincuenta y desde la perspectiva de uno de esos personajes femeninos que caracterizan su filmografía, el de una mujer introvertida, buena y valiente que tendrá que enfrentarse a los prejuicios y las estructuras de poder que ejercen las clases influyentes para hacer realidad su sueño de regentar una librería.

Puede que su aspecto sea un tanto añejo, pero lo cierto es que 'La librería' termina convirtiéndose en una emocionante oda en torno al coraje y la libertad, a la necesidad de ser fieles a nosotros mismos, aunque todo parezca ponerse en nuestra contra, y en un precioso homenaje a los libros, al deleite que provocan y al conocimiento que trasmiten.