Gustavo Gimeno: Dirigir a Barenboim será un hueso duro de roer

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Concha Barrigós.

El valenciano Gustavo Gimeno dirigirá esta noche en Luxemburgo a Daniel Barenboim interpretando el concierto de piano número 5 de Beethoven, una ocasión "extraordinaria" por "lo raro" y porque el argentino es "una leyenda viva" y será "un hueso duro de roer" compartir con él escenario.

Gimeno (1976), titular de la Filarmónica de Luxemburgo desde 2015, dirigirá la pieza de Tchaikovsky "Romeo y Julieta" y "The Tempest, Symphonic Fantasia after Shakespeare" antes de dar paso a Barenboim con el "Emperador", que así es como se conoce el concierto número 5 para piano de Beethoven.

"Dirigirle a él sin duda es especial. Me siento muy afortunado de hacer música con solistas tan buenos, pero es que Barenboim es más que un gran músico, es una leyenda viva. Es una persona absolutamente extraordinaria, un referente intelectual, inteligentísimo. Leo constantemente su libro de conversaciones con Edward Said. Casi apabulla", alaba el director.

Lo conoció, recuerda, cuando él era asistente de Mariis Jansons en la Royal Concertgebouw y luego volvieron a coincidir en Lucerna, donde el valenciano era el segundo de Claudio Abbado.

"Supongo que luego varias personas le hablarían de mí y hace más o menos un año, cuando le propusimos que actuara, por primera vez, con nosotros, aceptó desde el primer momento", recuerda Gimeno.

Y es que difícil ver a Barenboim como pianista con orquesta porque es muy selectivo con quien le dirige.

"Es normal. Es lógico que alguien de su experiencia, con tanto trabajo como él, elija mucho. Nosotros estamos felices", resuelve el director, que se siente "muy afortunado" aunque reconoce que será "un hueso duro de roer" tenerle "a su espalda" en las partes del concierto en las que el artista, nacionalizado español, israelí y palestino, no toque el piano.

"Será como cuando asistía a Abbado, cuando le tenía detrás escuchándome. Es una responsabilidad muy grande y espero estar a la altura, hacerle feliz. Es cierto que impresiona mucho pero no puedo hacer más de lo que puedo hacer. No soy Abbado. No le doy más vueltas. Seré lo que soy", anuncia.

Antes del verano prorrogó su contrato con la Orquesta de Luxemburgo hasta 2022: "me apetece mucho seguir porque creo que es necesario pasar un tiempo sustancial, no corto, juntos".

"En los tiempos que corren hay poca paciencia en todas partes y eso pasa también en las orquestas porque es más entretenido ver caras diferentes enfrente pero eso no significa que sea mejor. Para construir se necesita tiempo. Hay posibilidades de profundizar, de ir construyendo. Creo que me respetan y están contentos conmigo aquí", resume.

No tiene retos concretos sino "uno continuo", el de hacer lo mejor que pueden lo que hacen, en cada programa, cada obra y cada grabación: "que cada uno tenga la sensación de que lo hemos hecho lo mejor posible, todo lo que somos capaces, y divertirnos haciéndolo".

Si Gimeno se ha labrado una carrera internacional en la que aparecen Abbado, Jansons o Lorin Maazel, en España sigue siendo un desconocido a nivel popular.

"Ha habido ofertas de orquestas en España pero no quiero trabajar demasiado. Mi agenda no permite mucho margen. Estoy con la de Luxemburgo un mínimo de diez semanas al año y el resto son conciertos y estudio. Es más fácil para mí ir a dirigir a Munich, por ejemplo. No es cuestión de nacionalidades y supongo que ya llegará el momento", subraya.

Vive con su mujer y su hija en Amsterdam aunque ha acabado alquilando un apartamento en Luxemburgo para tener espacio para estudiar y vivir "algo" relajado cuando termina sus conciertos.