NUEVO LIBRO DE POEMAS

Joan Margarit: "Nuestros políticos nos están destrozando la vida"

El poeta defiende la "inteligencia" frente a los "sentimientos" y pide "autocrítica" a los catalanes en la presentación de su último libro, 'Un hivern fascinant'

Joan Margarit

Joan Margarit / periodico

Ernest Alós

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Joan Margarit comenta, durante la presentación de su último libro de poemas, ‘Un hivern fascinant’ (Proa), que un poeta que hace su trabajo en serio ha de “jugarse la vida” hasta el final. Y recuerda que hay “oficios en el que tienes el riesgo de ir a la prisión” y que como arquitecto especialista en cálculo de estructuras siempre fue consciente de que “si calculas mal una cosa y cae", vas a la cárcel. ¿Habrá querido decir lo que parece que parece que quiere decir? Las preguntas se suceden, con un Margarit que parece que juega al despiste pero que no. Con un autor que gusta de vivir en las contradicciones, estirarle una y otra vez de la lengua para que sus declaraciones coincidan con las que se suponen que han de ser hoy puede tener el efecto contrario, por más que se trate de un Margarit que ya en el 2010 lanzó un alegato soberanista, hoy diríamos independentista, en el Saló de Cent. “Nuestros políticos, sin saberlo o sabiéndolo, lo que sería más grave, están destrozando nuestras vidas”, lamenta el poeta, que al mismo tiempo que califica la detención de medio Govern como “una respuesta desmesurada y un abuso terrible” reclama a los catalanes “autocrítica”.

“Cuando un político te dice que se ha de tener un rumbo, te está manipulando. Si un político te habla de un rumbo, vigila la cartera y vigila el rumbo”, añade Margarit, quien añade que el “retorcimiento del lenguaje” es una de las trampas a evitar. “Cuando un político utiliza la palabra democracia cuatro veces seguidas quiere decir que eso acabará como el rosario de la aurora”, dice el poeta. “Cuando dicen que toda la nobleza del universo está en su política, cuando se destroza el lenguaje de esta forma, cuando destrozas palabras como democracia, ciudadano o ciudadanía, eso tiene consecuencias muy perversas”.

"Seguimos igual, repitiendo que somos los mejores; esto se ha de acabar, se ha de hacer autocrítica"

Bien, parece que Margarit se desvía del rumbo previsto. “Me ha espantado siempre un poco lo colectivo, cuando lo colectivo se pone en marcha al unísono una persona se moviliza de una manera que individualmente no se movilizaría”, añade. Impulsada por los sentimientos compartidos y profundamente arraigados, tanto si se trata “del independentismo o esta España que sentimos lejana”, cuando el poeta, en cambio, se manifiesta cada vez más “más partidario de la inteligencia y menos de los sentimientos”. Sobre todo de los autocomplacientes que, recuerda Margarit, Espriu ridiculizaba en un personaje que va repitiendo que Catalunya y los catalanes son lo mejor de lo mejor. “Seguimos igual, seguimos repitiendo que somos los mejores; esto se ha de acabar, se ha de hacer autocrítica, esto tiene unos peligros tremendos”.

Según Margarit, una juventud “tintinesca”, mimada por una generación que no quiso que sus hijos pasaran por las dificultades que pasaron sus mayores, cree que la independencia es algo que se puede lograr fácilmente. “Ojalá fuera así y me equivoque. En cambio, para mí, la primera vez que oí hablar de independencia la veía como una cosa peligrosísima. No he visto ninguna independencia que no se haya hecho sin muertos”, sostiene, recordando las experiencias que unos amigos argelinos le transmitieron sobre la independencia de su país. Los métodos para superar los tendidos eléctricos con los que los franceses intentaban sellar la frontera con Marruecos, por ejemplo. Cortocircuitarlos lanzando un burro. Y si no había burro, al más viejo de la partida guerrillera, cosa que a un Margarit cercano a los 80 no le ilusiona especialmente.

Vejez, belleza y poesía

Actualidad al margen, la vejez es en ‘Un hivern fascinant’, como lo viene siendo en todos sus últimos poemarios, uno de los temas centrales. Nada de madurez, dice: la "senectud". Un periodo en el que dice que no se vive en función del futuro y al mismo tiempo el pasado se aleja cada vez más. La etapa de la vida, pues, en la que se vive más en el ahora. Aunque en los poemas del libro desfilen otros temas, tan concretos como la relación de amor y odio de Margarit hacia Barcelona transtornada por el atentado de las Ramblas, el recuerdo de cómo la literatura del Siglo de Oro español amargó su educación o la reivindicación de Juan Ramón Jiménez.

Antes de que las preguntas condujesen la presentación del libro por otros derroteros, Margarit la había hecho transitar por el de la teoría de su poética particular: “No es tan sencillo como decir que verdad y belleza son lo mismo. Hay mucha verdad que no tiene belleza, pero esa verdad puede servir para la historia o para la filosofía, no para el arte”; “la misión del poeta es encontrar la belleza donde parece que no existe” (un ejemplo en el libro; la escena de un padre empujando con dificultades la silla de ruedas de su hijo por la cuesta de Atocha, que suscita una sonrisa del poeta que una mujer contempla con desagrado); “a diferencia del novelista, el poeta solo puede sacar material de su propia vida pero de las cosas que son importantes y fundamentales ha de acabar por encontrar las que también lo son para los otros, las que son universales; la inspiración es saber en qué región buscarlas y el trabajo, sacarlas de donde se esconden”... 

Coneguda crueltat

La mateixa ciutat només dura el seu temps.<br/> Totes les Barcelones són unes dins les altres<br/> com unes invisibles nines russes.