FESTIVAL DE CINE DOCUMENTAL MUSICAL

Nando Dixkontrol, auge y caída del padrino de la 'mákina'

La película 'Ciudadano Fernando Gallego: Baila o muere', que se estrena en el In-Edit, repasa la acelerada historia del 'disc jockey' barcelonés

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Rafael Tapounet

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Cuando el 9 de junio de 1983 Nando Dixkontrol hizo su debut como 'disc-jockey' en la discoteca S'Cucs, el encargado de poner música en ese local de El Masnou era un policía municipal. En aquellos días, los pinchadiscos operaban de espaldas a la pista de baile, ajenos por completo a las reacciones de la clientela, y nadie conocía sus nombres ni qué cara tenían. Dixkontrol acabó con eso: él convirtió la cabina en el centro de todas las miradas y dio carta de naturaleza a la figura del 'dj' como 'showman'; fue determinante en la prolongación de la ruta del bacalao hasta las discotecas de Barcelona y estuvo detrás de las sesiones 'after hours' más explosivas de la ciudad; llevó el arte de la mezcla en directo a un nuevo nivel; ejerció de sumo sacerdote de la movida 'makinera' desde su púlpito en templos como Psicódromo y Disco 8; compartió tertulias televisivas con Pasqual Maragall y Pep Guardiola e incluso tuvo su propio programa en La 2 de TVE (el incalificable 'Ponte las pilas')... Nando Dixkontrol fue un príncipe de la noche en la Barcelona preolímpica. Siempre acelerado. Siempre al límite. Siempre en lo alto. Hasta que la ola rompió y su mundo se desintegró.

"Nando Dixkontrol es un golfo, es un vago, es el centro de su propio universo, es un déspota de sí mismo, es un narcisisita desaforado...". Quien habla es Fernando Gallego, el barcelonés de 53 años que habita bajo la piel de Nando Dixcontrol. O viceversa, porque, como él mismo dice, "Fernando Gallego es el continente y Dixcontrol, el contenido". Ese desdoblamiento de naturaleza casi sobrenatural es uno de los muchos atractivos de 'Ciudadano Fernando Gallego: Baila o muere', un documental sobre el vertiginoso proceso de auge y caída del padrino de la 'mákina' que el viernes se estrena en el festival In-Edit (Aribau Multicines, 22.00 horas).

La película es el fruto de casi una década de trabajo; un proyecto que tuvo su origen en una idea del sociólogo Álex Salgado y que empezó a coger forma el día en que este conoció al realizador Jorge Rodríguez en la fiesta del 20 aniversario del Psicódromo, legendaria discoteca de la calle Almogàvers que en apenas tres años de vida adquirió estatus de referente de la noche y la mañana barcelonesas gracias, en buena medida, a las sesiones protagonizadas por un Dixkontrol en la cima de sus poderes (así lo vio el dibujante Cels Piñol, que lo convirtió en superhéroe de cómic). En esa época, Nando no solo trabajaba en el Psicódromo, sino que vivía allí (dando así un nuevo sentido a la expresión 'disc-jockey residente'), y aún hoy, 25 años después del cierre del local como consecuencia del afán higienizador previo a la celebración de los Juegos Olímpicos, parece vivir aferrado a ese recuerdo (la escena del documental en la que Dixkontrol mueve los muebles del salón de su casa para mostrar que detrás del sofá guarda todavía "el puto letrero del puto Psicódromo" es particularmente elocuente).

Enemas de éxtasis

Antes de eso, Fernando Gallego vivió a fondo la época de esplendor de la ruta del bacalao, con sus insomnes fines de semana de 60 horas y sus viajes suicidas por carretera. Esta es la parte de la película en la que algunos de los personajes que desgranan sus recuerdos ante las cámaras de Rodríguez y Salgado (son muchos y variados: del actor porno Nacho Vidal al exbajista de New Order Peter Hook) aportan las anécdotas más hilarantes: como la historia que relata Petete, vendedor ambulante de discos, sobre los últimos rezagados de la discoteca valenciana Spook que se iban a la 'mascletá' y allí, puestos de mescalina, "bailaban con el sonido de los petardos". O el impagable monólogo en el que el propio Dixkontrol narra un largo fin de semana de desfase rematado triunfalmente con un enema de éxtasis. "Nos pegó el pelotazo de nuestra vida".

La prohibición de los 'afters' se centró en los locales de 'bakalao' y 'mákina' y se olvidó del house y el techno de vanguardia

Luego llegaron la apoteosis de Studio 54, las primeras sesiones 'after hours' en el KGB, el subidón del Psicódromo (donde Nando popularizó su grito de guerra: "¡baila o muere!") y el armagedón 'makinero' del Disco 8 de Cornellà. Ahí se empezó a torcer todo. En 1994, el Govern presidido por Jordi Pujol prohíbe las actividades en los locales de ocio nocturno a partir de las seis de la mañana, pero la persecución se centra en los 'afters' que programan 'bakalao' o 'mákina' y se olvida, en cambio, de los clubs de house y techno de vanguardia, que viven una época dorada. Ese mismo año nace el Sónar, una cita con la que Dixkontrol mantiene, ya desde los inicios, una conflictiva relación: nunca ha formado parte de la programación oficial, pese a que él mismo se atribuye un papel importante en el nacimiento del festival (especialmente, en la invención del nombre: "Yo puse el palito encima de la o").

Y llegó el bajón. El 'disc jockey' barcelonés emprendió una larga travesía del desierto, sin posibilidad de establecerse en ninguna sala y viviendo de bolos nostálgicos (los llamados 'remembers'), hasta que la crisis económica acabó de apuntillar su carrera. En el 2013, tras años de depresión, decidió colgar los platos para reinventarse como hombre de familia junto a su mujer Larita y su hijo Eiden. Pero el reconocimiento del público es una droga más poderosa que cualquiera de las muchas que Dixkontrol ha probado a lo largo de su vida. "Lo único que quiero es que alguien me diga que aquello fue bueno", implora en un momento de la película. 'Ciudadano Fernando Gallego: Baila o muere' se lo dice bien claro: aquello dejó huella. Así que debió de ser bueno.