CRÍTICA DE CINE

'El tercer asesinato': la sombra de una duda

En la aparente trama de 'thriller' judicial de 'El tercer asesinato', Koreeda siembra más dudas y sombras que certezas

Quim Casas

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Aunque tiene la apariencia de un 'thriller' judicial, 'El tercer asesinato' se desmarca menos de las anteriores películas de Koreeda, dramas más pausados o más tensos sobre las relaciones entre padres e hijos, hermanos y hermanas, que de la ortodoxia de los relatos de intriga centrados en los que se dirime en un estrado.

De hecho, aunque el grueso del filme gira en torno a la relación entre un acusado de asesinato y el abogado que le defiende, la presencia escénica del juicio se limita a un par de secuencias y muy hacia el final del metraje. Considerarla una película de juicios y tribunales es demasiado reduccionista.

Cierto que el realizador de 'De tal padre, tal hijo' cambia levemente de intereses familiares, aunque la relación entre el letrado y su hija conforma una de las partes importantes del relato. Koreeda somete a sus personajes a la duda constante. Lo hace visualizando en la secuencia de apertura el asesinato. Vemos al protagonista cometerlo: golpea con una llave inglesa en la cabeza a su patrón y después quema el cadáver. Pero que el director lo filme no quiere decir que sea cierto, o que haya ocurrido de esa manera.

Así que 'El tercer asesinato' se instala en una doble duda (simbolizada por el cristal que separa a los dos protagonistas en el locutorio de la cárcel): la de los espectadores ante los hechos relatados y la del abogado, presa de un progresivo dilema cuando, pese a la confesión de culpa de su defendido, empieza a sospechar que es inocente.

Una de las mejores películas de Alfred Hitchcock se titula 'La sombra de una duda'. De eso se trata; más sombras y dudas que certezas.