OTROS ESCENARIOS POSIBLES

Todos los otros presos políticos

El colectivo No Callarem y el grupo de apoyo a Elgio, joven rapero que afronta una pena de dos años de cárcel, organizaron un concierto en una antiguo cuartel de la guardia civil de Sabadell

El rapero Elgio, en el antiguo cuartel de la Guardia Civil de Sabadell

El rapero Elgio, en el antiguo cuartel de la Guardia Civil de Sabadell / periodico

Nando Cruz

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Estos días conviene escuchar más que nunca la voz de un experto en represión policial y vulneración de los derechos por parte del Estado. Por ejemplo, la del abogado vasco Juan Manuel Olarieta, detenido en más de diez de ocasiones y defensor de incontables encausados por la Audiencia Nacional. "La libertad de expresión se rige por un principio muy claro: cuando tocan a uno nos tocan a todos. Si no hay libertad de expresión para unos, no la hay para nadie. Y en España no existe desde 1939, cuando el fascismo acabó con la República".

Podría haber dicho estas palabras en un plató de La Sexta, en un centro de cultura contemporánea o en el Parlamento de Estrasburgo, pero lo hizo en un cuartel de la Guardia Civil de Sabadell abandonado desde los años 90, ocupado el pasado verano y convertido en sede de la PAH de Sabadell, centro de recogida de alimentos y ropa y espacio recreativo. Olarieta habló desde un escenario instalado en el patio del cuartel. A su lado estaba Alex Nicolaev, alias Elgio, un chaval de 22 años para el que solicitan dos años y un día de prisión, 4.800 euros de multa y nueve años de inhabilitación por enaltecimiento el terrorismo. Sí, Elgio es otro rapero perseguido por la Audiencia Nacional. Él también formaba parte del colectivo La Insurgencia.

Una pancarta celebra la ocupación del antiguo cuartel: "Recuperem el nostre passat per omplir el nostre futur". Son casi 8.000 metros cuadrados de terreno con infinitas posibilidades. El patio interior está flanqueado por una hilera de árboles de los que aún brotan mandarinas que ya no sirven ni para hacer malabares. Tres amigas conversan sentadas en un banco de piedra bajo otro rótulo en el que se lee: Punt Lila. Llegan jóvenes en bicicleta, patín y a pie. Uno viste una camiseta de grupo de rap Violadores del Verso en cuyo reverso está impresa la frase: "Mi opinión es tan válida como la de un presidente".

'Jordis', raperos, titiriteros...

El grupo de apoyo a Elgio, es decir, sus amigos más próximos, programó  hace meses esta velada para recaudar fondos con los que pagar los gastos del juicio. Al final ha coincidido con la masiva manifestación para exigir la liberación de los 'Jordis'. En el centro de Barcelona habrá 450.000 personas. En Sabadell se juntarán 500. Pero lo primero que se pide en el cuartel es poner al mismo nivel a todas las víctimas de la Audiencia: los 'Jordis', los raperos, los titiriteros… Todos son presos políticos o corren peligro de serlo. Y, a partir de ahí, propone Olarieta, retrocedamos a Pilar Miró, al diario 'Egunkaria' y demás.

Tras la charla, de llega hora de la música. Varios raperos y raperas de la zona, de Terrassa a Sant Quirze, toman el micro para rimar. Un amigo de Elgio sube al escenario a hacer un parlamento. Reflexiona sobre lo que significa que puedan arrebatarle a un amigo imprescindible. Cita a Eduardo Galeano y dice: "Somos lo que hacemos para cambiar lo que somos". Detrás suyo, un cartel cuelga del segundo piso de la caserna: "Plantem cara a l'Audiencia Nacional".

El colectivo No Callarem ha echado una mano a Elgio en los preparativos del concierto. Algunos grupos que no pudieron actuar en Badalona el pasado mes de mayo lo hacen esta noche por la misma causa. Abren Senyor Oca, trío de rap y drum’n’bass del barrio barcelonés de Sant Antoni en imparable auge. Hablan de "hacer de las penas nuestro poder" y antes de salir corriendo hacia Argentona, donde tienen otro concierto, se despiden con un "molta força Elgio; aquí estem per el que faci falta". Una frase y un gesto de apoyo que contrasta con el ensordecedor silencio de la inmensa mayoría de raperos españoles.

Una sorprendente entereza

Elgio muestra una sorprendente entereza teniendo en cuenta que le pueden arruinar la vida a tan temprana edad. El martes le llegó la citación de la Audiencia Nacional: el día 2 debe personarse en Madrid. Pero hoy Elgio está como si le hubiesen montado una fiesta de cumpleaños sorpresa. Elgio recibe a los músicos a la entrada de la caserna. Elgio sirve cerveza en las barras. Elgio coordina. Elgio habla por el móvil. Elgio abraza a sus colegas. Elgio lleva una hora intentando encender el cigarrillo que se ha liado. Pronto volverá a rapear.

Antes, el trío de punk con sintetizador y theremin Pentina’t Lula versiona a Ultratruita, propone construir una giganta con la cara de Cospedal y canta a la moreneta yeyé. Arrolladoras y ácidas, como unos B-52’s sin motivos para sonreír, comprueban que el poco público que hay prefiere oírlas desde la barra. El cuartel se está revelando como un espacio espléndido en el que reunirse y escuchar música en vivo. Olarieta conversa con Iván Leszno, otro rapero de La Insurgencia, también encausado, que ha venido ex profeso desde Málaga.

Es el turno de Elgio. Reflexivo, insurrecto, valiente y afable, suelta rimas como "aspiro a ser algo más que un sumiso borrego"”. Sus amigos las repiten. El malagueño Leszno se marca un tema con base flamenca. Junto a su amiga Idoia, Elgio repetirá al final de su pase la casi célebre ‘Hace falta’: "Hacen falta escraches, hacen falta pintadas, hace falta gente que no se agache por nada", arranca la canción. "Hacen falta charlas, hacen falta conciertos, hace falta arte comprometido con el pueblo", dice la estrofa que mejor resume esta jornada.

Cantar no es delito

Hace ya rato que las barras funcionan a pleno rendimiento. Unas 500 personas bailan con Pirat’s Sound Sistema. Será el concierto más concurrido. ‘Mentides’, ‘Mossos’, ‘Bombes’… Casi todas sus letras cobran hoy una dimensión especial. Aún más ese ‘foc the police’ berreado en el cuartel. Mientras unos colegas de Elgio siguen sirviendo cervezas, otros insisten en el escenario que cantar no es delito y apelan a la desobediencia, a la movilización popular y a la solidaridad como instrumentos de lucha. Al habla, la juventud despolitizada y adoctrinada.

Pasada la una de la madrugada salen F.R.A.C. (Fundación de Raperos Atípicos de Cádiz). Tendrían que haber actuado a las siete en Santa Perpetua de la Mogoda, ciudad natal de Jordi Cuixart pero se ha suspendido el concierto por coincidir con la manifestación. "Seguimos sin un duro, no sabemos lo que es el futuro", rapean, con deje andaluz. Al tercer tema caen las primeras gotas. "Ea, que no está lloviendo ná", exclama Karim. "Pa eso está el Frenadol", insiste. Pero no. En menos de un minuto llega un aguacero y se acaba la fiesta.