UNA AUTORA COMBATIVA

Las lecciones de Chimamanda Ngozi Adichie

La escritora nigeriana, autora de 'Todos deberíamos ser feministas', participa en un debate en el CCCB

Chimamanda Ngozi Adichie en el CCCB.

Chimamanda Ngozi Adichie en el CCCB. / periodico

Elena Hevia / Barcelona

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No suele ocurrir que tras un encuentro de la prensa con un autor, los periodistas acaben estallando en aplausos. La visita al CCCB de Barcelona de la escritora Chimamanda Ngozi Adichie los provocó. Un estallido de reconocimiento a su pensamiento de mujer africana, o simplemente de mujer, capaz de encontrar ideas sencillas pero nada banales sobre el racismo, los lugares comunes que los blancos manejan respecto a la realidad africana y la consideración de las mujeres, que no es solamente un asunto de mujeres sino de ambos sexos.

Lo explicó con dignidad, elegancia y no poca guasa en una de las conferencias TED, un ciclo creado con la ilusoria idea de cambiar el mundo, titulada 'Todos deberíamos ser feministas' que fue un verdadero fenómeno hasta el punto de que acabó convirtiéndose en un libro (publicado en Random House) y a ella en una abanderada de esa vindicación, un poco a su pesar, según confiesa. El video tuvo cerca de cinco millones de visionados y el gobierno sueco decidió regalar el libro en los institutos a los chicos y las chicas de 16 años. Más tarde publicó 'Querida Ijeawele', en la misma línea.

Contadora de historias

Más allá de su labor como activista, un concepto que ella rechaza sencillamente porque no está dispuesta "a morir por las ideas", Adichie también una premiada novelista que ha reflejado el pasado reciente de su país, la guerra de Biafra en 'Medio sol amarillo' o las contradicciones de una mujer nigeriana trasladada a Estados Unidos en 'Americanah'. "Tengo la suerte de que la literatura se haya convertido para mí en una plataforma para anotar temas sociales, pero escribo para contar historias no para destrozar estereotipos, no me pongo a escribir pensando que voy a hacer eso.  Ojalá no tuviera que hablar de estas cuestiones y quedarme en casa mirando por la ventana o leyendo poesía". Y lo dice apuntalándose en su impactante presencia física y haciendo gala de una seguridad casi regia.

Lo facil es echar la vista atrás y apreciar que respecto al presente la consideración social de las mujeres ha dado pasos de gigante pero la autora que demuestra una gran no está tan segura. "Hace 60 años nadie pensaba que una mujer pudiera dedicarse a la política, ahora eso no lo diría nadie y sin embargo hay gente que lo sigue pensando. Hemos evolucionado pero nos falta aún mucho camino".

Las mujeres africanas

La figura de la abuela aparece en escena evocada por la escritora para explicar la condescendencia que muchas mujeres occidentales sienten respecto a las mujeres negras, "o color chocolate" como le gusta decir a ella. "Mi abuela era una gran feminista, utilizaba su fuerza y luchaba contra cualquier planteamiento patriarcal. Yo creo mucho en los movimientos locales y si es cierto que muchas mujeres africanas, que son muy emprendedoras, necesitan ayuda económica para montar sus negocios, no creo que haga ninguna falta que les enseñen a ser feministas".

Chimamanda repite varias veces que su feminismo no es nada académico, que su idea pertenece a la calle. Tan poco académica es que no le importó colaborar en un línea de camisetas de Christian Dior con su eslogan 'Todos deberíamos ser feministas' que la firma lanzó a principios de este año. A la autora, confesa amante de la moda, le llovieron críticas por la banalización de ese discurso y la obscenidad teórica de que el precio de la prenda de marras, blanca y de algodón, alcanzara 550 euros. "Muchas chicas imprimieron la frase en camisetas baratas, aunque creo que si hubieran podido comprarse la original lo habrían hecho. No creo que el feminismo venda, de hecho no fue muy bien recibido en la casa Dior. Fue una idea de la directora creativa”.

Y junto a la camiseta parece obligado mencionar a Beyoncé que ha utilizado  charlas de la autora para alimentar las letras de sus canciones. "Hubo gente que lo cuestionó pero creo que fue beneficioso para muchísimas chicas que empezaron a hablar y a tratar cuestiones feministas. Y eso es importante porque les está dando el lenguaje que necesitan para expresar lo que viven o les sucede. El impacto de las redes sociales es mucho más negativo para las chicas que para ellos así que esto solo puede beneficiarlas. Naturalmente, las palabras no harán que cambien las cosas pero tengo la esperanza de que hablar les dé fuerza para decir que no".

El premio Nobel

En vísperas de que los académicos suecos decidan qué escritor se merece el Premio Nobel de este año, parece obligado recordar el agravio de que el África negra solo tenga en el haber del premio a un solo miembro, el nigeriano Wole Soyinka. Las quinielas oficiosas parecen apuntar al keniano Ngugi Wa Thiong'o, que visitó Barcelona recientemente, algo que complacería mucho a la escritora. “Es una excelente persona y una voz muy importante”.