Machado y Cernuda no necesitan homenajes de políticos, dice Manuel García

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Alfredo Valenzuela

Manuel García, además de violista, es una suerte de hombre-orquesta del libro, editor -director de Point de Lunettes-, bibliófilo, filólogo, profesor, crítico, encuadernador y, con motivo de publicar su octavo poemario, ha dicho a Efe que "clásicos como Machado y Cernuda no necesitan homenajes".

"Es conveniente sacar al perro" (Hiperión) es el título de su nuevo libro de poemas, que contiene una dura crítica a este tipo de homenajes"

Por ello ha dicho a Efe que "otros poetas más olvidados a lo mejor sí necesitan homenajes; lo que me molesta de los políticos y de los escritores adocenados es lo que Cernuda definió en un poema suyo como 'la farsa elogiosa repugnante', es decir, el que quiere trincar sin escrúpulos aprovechándose de la fama de un escritor".

"¿Cuál fue el alcalde socialista que quiso traer los restos de Machado al cementerio de Sevilla, la ciudad que echó a los Machado a Madrid? ¿Y el poeta de moda que quería que trajeran a Machado al cementerio de la Almudena para echarse la foto junto su tumba el día del homenaje? Con lo bien que está en Colliure", ha añadido.

Sobre su interés por la marginalidad, por mantenerse fuera de cualquier circuito oficial, ha contestado con "unos versillos de Blas de Otero: 'Anda jaleo, jaleo, / no dejan ver lo que escribo / porque escribió lo que veo'"

Y ha añadido: "No me interesa el poder; y no me importa pagar el precio de esa actitud; para comunicarme con los lectores edito mis libros en editoriales como Hiperión. ¿Qué más quiero?"

García ha considerado que es buen tiempo para la poesía porque "cada vez hay poetas que escriben mejor; leo al año más de cien libros inéditos; y hay buenos poemas, buenos versos y talento".

No obstante ha matizado que "la difusión de la poesía cada vez es más caótica: los blogs, las webs, los libros editados por editoriales, los negocios engañosos de autoedición, las redes sociales y sus modas efímeras, la imposición de las multinacionales en el espacio de las librerías, el dinero público apoyando a unos poetas y olvidando a otros sin tener en cuenta su calidad literaria... Todo eso es un caos, y a un lector honrado le cuesta cada vez más saber dónde están los buenos poetas".

Curiosamente, una de las secciones del libro es un homenaje al aguardiente.

"El aguardiente es bebida de la gente humilde de la mina y del campo; yo lo conocí cuando trabajé en Alosno (Huelva) de profesor; todavía recuerdo cuando probé el primer vaso; tiene poco glamour; la ginebra y el whisky son más de escritores urbanos; como yo me sigo considerando de pueblo y no quiero olvidar en mis poemas los pueblos donde he vivido, he elegido al aguardiente como mi bebida".

"También -ha añadido- por mi origen humilde, como homenaje a mis muertos; el aguardiente crea carácter en quien lo toma; y mi carácter ya está hecho al aguardiente".

Y, como en anteriores libros suyos, vuelve a homenajear al romancero porque el romance es su forma de poesía preferida, junto al soneto; "es de origen popular y, tanto los romances orales anónimos, como los cultos de Góngora o Lorca, funcionan a la perfección cuando se recita poesía".

"Recuerdo haber emocionado a un auditorio de (la localidad sevillana de) Dos Hermanas con la recitación de 'Pena y alegría del amor' de Rafael de León; cuando lo estaba recitando me estaban acompañando en voz alta dos o tres personas mayores que lo sabían de memoria; es poesía en vena, que le gusta a la gente que no lee libros; los romances tienen el sonido de la tradición literaria".