CRÓNICA DE CONCIERTO
Carminho, rigor y luminosidad
La cantante lisboeta abrió el Festival de Fado con un refrescante recital en Barts
Jordi Bianciotto
Periodista
Jordi Bianciotto / Barcelona
Carminho paseó un refrescante rigor fadista, clásico y vivaz, este sábado en Barts, y habló de la 'saudade', un sentimiento asociado al género que a ella misma le costó definir. "Es de pena pero también de amor, de melancolía pero con alegría, ¡muy esquizofrénico!", bromeó a su paso por la primera edición del Festival de Fado de Barcelona.
Esta cantante lisboeta representa la fascinación de la juventud por las cosas ancestrales en su versión original y así la vimos en Barts arropada por "la formación más tradicional del fado", esto es, la guitarra portuguesa, la 'viola' (guitarra clásica) y la guitarra baja. Un trío con el cual recorrió con una expresividad clara, cercana, evitando la liturgia y la solemnidad, los pliegues melancólicos propios de un género que, dijo, "es la forma que los portugueses tienen de traducir sus corazones, su alma".
La tristeza, a raya
Repertorio de fados contemporáneos sentidos pero sin poner el acento en la gravedad, insistiendo en la idea de que el género "no es triste", entre el desenfado de 'Saia rodada' y la recogida 'Ventura', que cantó sentada. Carminho hizo fácil lo difícil y brindó su voz esbelta y con un sutil poso de tierra a trayectos exigentes, de relieves angulosos, y se lució en una pieza 'a cappella', 'Meu amor marinheiro'. Dominó el diálogo con el público luciendo espontaneidad y sin ser empalagosa.
En uno de sus parlamentos recordó cuando trató de indicar a Marisa Monte cómo debía ser una composición que ella pudiese interpretar. "Y me respondió: 'Carminho, tú no escoges la canción; es la canción la que te escoge a ti'". Y así surgió 'Chuva no mar', evocadora y un poco misteriosa, que sonó tocada por una aromática sensibilidad fadista. El temario de su último disco, 'Carminho canta Tom Jobim', quedó fuera del guion, aunque hubo espacio para un guiño brasileño en 'Saudade do Brasil', que escribió un Vinicius de Moraes nostálgico en sus días de exilio.
Cuando más se desvió del género fue en el tango 'Garganta con arena', de Cacho Castaña, en homenaje a 'Polaco' Goyeneche, que cantó no obstante imponiendo su sensibilidad. Pero Carminho fue, sobre todo, fadista de pies a cabeza en sus brillantes incursiones en 'Fado pechincha' y 'Marcha de Alfama', con una expresividad genuina y sin adulteración.
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