Daniel Sánchez Pardos viaja a la Barcelona de 1854 con "La dama del pozo"

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Irene Dalmases

Dos años después de publicar "G", en la que un joven Antoni Gaudí era el protagonista, el escritor Daniel Sánchez Pardos vuelve a viajar al siglo XIX en su nueva novela, "La dama del pozo", una historia gótica de suspense en la que el hallazgo de un cadáver incorrupto en 1854 provocará más que miedo.

En una entrevista con Efe, el autor barcelonés comenta que ha armado un relato "de intriga y misterio, que transcurre en una Barcelona que verá caer sus murallas, en un momento de epidemia de cólera, que mató a unas 6.000 personas y con la primera gran huelga obrera organizada".

En "La dama del pozo" (Minotauro), tras la aparición del cuerpo de una doncella romana al pie de un pozo cargado de leyendas el inspector Octavio Reigosa, del Cuerpo de Vigilancia, deberá investigar una serie de sangrientos crímenes y milagros imposibles con la ayuda del joven cirujano Andreu Palafox.

Sánchez Pardos, un bibliotecario al que le gusta documentarse para crear sus ficciones, indica que ha intentado "reconstruir la mentalidad de ese momento, de una ciudad muy diferente a la actual, encerrada, asfixiada por sus murallas, llena de conventos y cuarteles, con la gente pegada a supersticiones y leyendas".

Ha intentado, en este sentido, crear "un ambiente de final de los tiempos, muy asfixiante, claustrofóbico".

Sin embargo, no obvia que, una vez caídas las murallas, "surge la ciudad moderna, la que se reinventa y nada tendrá que ver con la de los muros, la que se expande y propicia el nacimiento del Eixample de Cerdà".

Además, resalta que siempre le ha gustado mirar las ciudades como entes vivos "autónomos, que se desarrollan en su historia continuada, con lugares en los que siempre se ha concentrado el poder y otros en los que, de forma repetida, ha habido asesinatos".

En el caso de Barcelona, recuerda que en la plaza Sant Jaume, desde la época romana, se ha concentrado el poder. "Las ciudades -prosigue- son como una concreción física del tiempo. Barcelona son 2.000 años de seres humanos, caminando por las mismas calles, por las que el pasado siempre está muy presente".

Admirador de autores como Arthur Conan Doyle o Bram Stoker, dibuja una ciudad condal al borde del colapso, con fábricas cerradas por la primera huelga obrera y unas 200.000 personas hacinadas en la ciudad vieja, dentro de las murallas, bajo un cielo siempre oscuro por la capa de humo proveniente de las primeras industrias del Raval, con un aire victoriano.

Para acabar de atrapar al lector, crea al descreído inspector Octavio Reigosa y también a Andreu Palafox, un personaje capaz de ver imágenes que provienen del pasado.

Asimismo, no olvida a personajes femeninos como Teresa Urbach, una novelista muy popular, que acabará teniendo su peso, igual que Adela, la sirvienta de Palafox, de apenas trece años, y que procede de la ciudad más canalla, en el Raval.

Sánchez Pardos defiende que el género policíaco es "muy útil para organizar una novela, porque nunca puedes olvidarte del lector y siempre debes regresar a la trama, te obliga a una tensión narrativa".