OBITUARIO

Muere Basilio Martín Patino, el alma del nuevo cine español

El director Basilio Martín Patino, en el Festival de San Sebastián del 2002.

El director Basilio Martín Patino, en el Festival de San Sebastián del 2002. / periodico

Quim Casas / Barcelona

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Basilio Martín Patino fue hijo de su tiempo. Y ese tiempo fue importante, en términos cinematográficos. El director, fallecido ayer a causa de una larga enfermedad degenerativa, a la edad de 86 años, organizó entre el 15 y el 19 de mayo de 1955 las 'Conversaciones de Salamanca', un encuentro destinado a diagnosticar el estado de salud del cine español.

Las conclusiones no pudieron ser más contundentes. Juan Antonio Bardem sentenció que el cine español era “políticamente ineficaz, socialmente falso, intelectualmente ínfimo, estéticamente nulo e industrialmente raquítico”. La respuesta tomó la forma del Nuevo Cine Español, coincidiendo con el auge de los nuevos cines en todo el mundo entre 1959 y mediados de los 60. Patino, con las organización de las conversaciones, había plantado la semilla.

De todos los nuevos cines, el más politizado sería el español, que surgió en una dictadura y aunó la renovación estética con el posicionamiento político. Carlos Saura ('Los golfos'), Miguel Picazo ('La tía Tula'), Angelino Fons ('La busca') y Martín Patino ('Nueva cartas a Berta') fueron los estandartes de la renovación.

Enfrentado desde joven a las ideas familiares, no tardó en abrazar posturas izquierdistas, cuando no anarquistas

Patino fue algo así como el ideólogo. Su papel en la historia del cine español del último medio siglo es pues fundamental. Dirigía entonces el cineclub de la Universidad de Salamanca. Al presentar las conversaciones, Patino y Bardem firmaron un texto en el que declaraban que el cine español vivía aislado no solo del mundo, sino de la propia realidad española. Se podría haber sido más contundente, pero no más claro. La inminente aunque tímida e interesada apertura del Gobierno franquista, con Manuel Fraga Iribarne como Ministro de Información y Turismo y José María García Escudero como Director General de Cinematografía, posibilitó la nueva oleada de directores españoles.

Aquel nuevo cine español fue en realidad un cine mesetario. Filmes de plomo, drama pesados pero magníficos como 'La tía Tula' y 'Nueve cartas a Berta' (1966). La opera primera de Patino, influenciada por la prosa de Machado, es uno de los mejores exponentes de la escuela mesetaria. Su protagonista es un estudiante salmantino que regresa cambiado después de una estancia en Inglaterra, donde ha conocido a la hija de un republicano exiliado, la Berta a la que escribirá sus nueve cartas. Virginia Garcia del Pino dirigió en el 2014 el brillante documental 'Basilio Martín Patino. La décima carta'.

Fue uno de los primeros cineastas españoles en interesarse en las posibilidades del vídeo y mezclar ficción y no ficción

El director nació en 1930 en Lumbrales (Salamanca), en el seno de una familia católica –su hermano fue sacerdote- y de derechas. Enfrentado desde muy joven a las ideas familiares, no tardó en abrazar posturas más izquierdistas, cuando no anarquistas. Fundó el cineclub de la Universidad de Salamanca, dirigió la revista 'Cinema Universitario', trabajó en publicidad, impulsó las Conversaciones de Salamanca y se licenció en 1961 en la Escuela Oficial de Cine con el corto 'Tarde de domingo'.

Sería en el campo del documental, tratado de manera muy personal, donde Patino hallaría no solo el reconocimiento, sino una forma nueva de encauzar sus ideas cinematográficas. El filme de montaje 'Canciones para después de una guerra' (1971) es el mejor ejemplo de ello: retrato crítico de la posguerra española hecho de imágenes procedentes de los archivos del No-Do y canciones populares de la época. Le siguieron 'Queridísimos verdugos', con entrevistas a verdugos profesionales y familiares de sus víctimas, y 'Caudillo', otro trabajo de montaje, esta vez en torno a Franco, y realizado a partir de imágenes no aceptadas por el régimen.

El reconocimiento no fue, por supuesto, inmediato: estos dos filmes se realizaron en clandestinidad y serían prohibidos por la censura franquista, siendo estrenados en 1977. Patino se alejó del cine de exhibición comercial después de 'Caudillo', regresando al relato de ficción con 'Los paraísos perdidos' (1985), también en torno a la hija de un republicano español fallecido en el exilio.

Lo viejo y lo nuevo se alternaron en su visión cosmogónica del cine. Tenía una espléndida colección de objetos del pre-cine (zootropos, linternas mágicas, sombras chinescas), expuestos en distintos festivales y centros y donados a la Filmoteca de Castilla y León, y fue de los primeros cineastas españoles en interesarse en las posibilidades del vídeo y mezclar ficción y no ficción en títulos como 'La seducción del caos' (1990). Nunca perdió de vista la realidad social y política. Su última película, 'Libre te quiero' (2012), es un documental sobre el 15-M.