LA ÓPERA SALE DEL COLISEO BARCELONÉS

Sintonía con 'Il trovatore'

La lírica gratis y al aire libre seduce en Arc de Triomf, Nou Barris, Sant Martí y el Raval

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Marta Cervera / Barcelona

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Recorrer los diferentes escenarios de Barcelona donde anoche se proyectó la ópera Il trovatore, de Verdi, que se estaba representando de forma simultánea en el Gran Teatre del Liceu, fue toda una experiencia. Pese a que el público era distinto en los cuatro emplazamientos donde se instalaron pantallas gigantes -Nou Barris, el RavalArc de Triomf y Sant Martí-, su sintonía con el montaje inspirado en pinturas de Francisco de Goya fue unánime. La tercera edición del 'Liceu a la fresca' fue un éxito.

En Nou Barris, donde esta cronista inició su recorrido, la ópera llegaba a la plaza Major por primera vez y había mucha expectación por vivir una noche de ópera especial y cómoda. Estar al fresco, abanico mediante, ante una pantalla de 8 x 4 metros no es lo mismo que estar en el Liceu, pero permite disfrutar del espectáculo en chanclas y comiendo un helado.

El director de escena Joan Anton Rechi sitúa la acción de Il trovatore en la época en la que Goya pintó la serie Los desastres de la guerra, que recrea el conflicto que enfrentó a los españoles con las tropas de Napoleón. Las pinturas del famoso artista aragonés aportan dramatismo a esta pieza protagonizada por la gitana Azucena (interpretada por la mezzosoprano Marianne Cornetti), el joven trovador Manrico (Piero Pretti, tenor), el conde de Luna (George Petean, barítono) y Leonora (Tamara Wilson, soprano), por cuyo amor luchan Manrico y De Luna, rivales también en el conflicto bélico en el que se enmarca la trama.

En Nou Barris, que por primera vez participaba en esta iniciativa, había mucha expectación. Hasta había cola un hora antes de empezar la función y la gente llevaba sillas plegables por si acaso se agotaban las casi 1.000 que se habían preparado.

Silencio en la plaza

«Yo no he ido nunca a la ópera porque es cara», explicó Rafael, un jubilado de la Guineueta de 74 años. La función empezó a las 22.15 horas y finalizó sobre las 00.40 horas. Pese a que el silencio no era tan imprescindible como en un auditorio, la gente calló respetuosamente y si hablaba, lo hacía bajito. Un público expectante siguió Il trovatore, un enorme reto vocal para sus intérpretes. Los espectadores alucinaron con los primeros planos, que ofrecían un detalle fuera del alcance incluso de quienes ocupan la platea del Liceu. El sonido grabado, sin embargo, nunca igualará al del coliseo barcelonés.

El público que acudió al Centre Cívic Sant Martí, con una pantalla ligeramente menor que la de Nou Barris, tampoco perdió detalle. Igual que la gente que estuvo en la plaza Salvador Seguí, en el Raval. Allí habían aumentado el número de sillas tras el éxito de la primera edición, con La bohème, el año pasado. Aunque esta vez sobraron algunas localidades. Gente del barrio en su mayoría y algún turista despistado siguieron la ópera y disfrutaron con el famoso coro de los gitanos.

Los espectadores de Arc de Triomf, donde se había instalado la pantalla más grande de la capital (10 x 5,2 metros), la única de leds, y un total de 1.800 sillas, también parecían pasarlo bien. La brisa se agradecía.

Tanto los cantantes como la orquesta y coros del Liceu, capitaneados por el maestro italiano Daniele Callegari, fueron aplaudidos con entusiasmo al acabar la representación. Luego, los protagonistas se desplazaron hasta ese último emplazamiento para agradecer los aplausos del público que ocupaba parte del paseo de Lluís Companys.

Aparte de Barcelona, otros 165 municipios pudieron ver Il trovatore gracias a la emisión del Canal 33 en Catalunya y de La 2 de TVE, que permitió el debut de esta iniciativa en el resto de España. En Madrid, el público se concentró en la plaza Mayor para seguir la ópera. Hay sintonía con el Liceu a la fresca.