ESTRENOS DE LA SEMANA

La misión imposible de Wonder Woman

El icónico personaje de DC Comics tarda 76 años en protagonizar una película y aviva el debate sobre su supuesto feminismo

Gal Gadot, en una imagen promocional de 'Wonder Woman'.

Gal Gadot, en una imagen promocional de 'Wonder Woman'. / periodico

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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Superman debutó en las páginas de un cómic en 1938; Batman, en 1939, y Wonder Woman, en 1941. Para cuando ella ha llegado a protagonizar una película en Hollywood, el superhéroe de la capa lleva nueve tras sus espaldas y el enmascarado, 12. Y el dato es necesario para enmarcar el fenómeno en que se ha convertido la superproducción de Warner dirigida por Patty Jenkins y protagonizada por Gal Gadot que llega ahora a España.

Más allá del éxito de taquilla (innegable, con más de 570 millones de dólares recaudados de momento en todo el mundo) y más alla también de las distintas valoraciones sobre la película (aunque la crítica ha sido predominantemente favorable y hasta entusiasta ante la que algunos ven como la mejor adaptación del universo DC) esta 'Wonder Woman' es el último y potente epicentro de un terremoto de conversaciones y discusiones sobre género, feminismo, representación y discriminación, en Hollywood y más allá. Estamos en el 2017 y el debate sigue vivo.

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Es algo que le gustaría superar a Gadot, la actriz que fue Miss Israel, que no había nacido cuando Lynda Carter encarnaba a la mujer maravilla en la pequeña pantalla y que se metió por primera vez en la piel de Wonder Woman en 'Batman v Superman'. “Para mí, como mujer, lo maravilloso de este personaje y de esta película es que el género no es un tema”, decía recientemente en un encuentro con EL PERIÓDICO y otros cuatro medios europeos. “Ella es ajena a las reglas sociales y de género y siente que toda la gente es igual, y eso es lo que es el feminismo ¿no? Ella no ve la diferencia entre hombres y mujeres, y esa es la victoria, cuando no hablamos de ello y simplemente entendemos que unos y otros somos capaces y que cada uno tenemos diferentes fuerzas y debilidades”.

Por suerte para su salud mental, la actriz reconoce también que “va a llevar tiempo que deje de ser un tema tan grande y que hombres y mujeres simplemente estemos juntos”. Y es que hablar de género y de Wonder Woman ha sido siempre irremediable, no solo ahora que protagoniza una película de Hollywood una supuesta heroína postfeminista que en la versión de Gadot no tiene que preocuparse por la lucha por sus derechos.

El creador del personaje, <strong>William Moulton Marston</strong>, diagnosticó en su día, mediados los años 40, que el problema de los cómics era que estaban llenos de “masculinidad que hiela la sangre” y presentó a a Wonder Woman como “propaganda psicológica para el nuevo tipo de mujer que debería dirigir el mundo”. Y aunque desde el primer momento hubo quien identificó el icono feminista en el que latía una lucha por derechos muy real (Wonder Woman llegó a ocupar en 1972 la primera portada de la revista feminista 'Ms' de Gloria Steinem), desde su estética 'pin-up' hasta otros temas más de fondo polarizaron su aceptación.

Lo mismo ha pasado con la película. Domina el aplauso a una superproducción que muchos mujeres y hombres ven como un vehículo de empoderamiento femenino, no solo por su contenido. Jenkins, por ejemplo, es la tercera directora tras Kathryn Bigelow Lana Wachowski que trabaja con un presupuesto superior a los 100 millones de dólares (149 para ser exactos) en Hollywood, un lugar donde el año pasado descendieron del 9 al 7% los títulos dirigidos por mujeres entre las 250 películas más vistas según datos de la Universidad de San Diego.

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Jenkins ha sido también quien ha roto algún que otro techo de cristal, incluyendo el de máxima recaudación en un fin de semana de estreno para una película dirigida por una mujer. Algunos creen (o quizá quieren creer) que su película y sus hitos serán un punto de partida para cambios en una industria que debería estar atenta a la pujanza del público femenino. Y desde el universo académico atento al poder positivo de la representación (y al implacable y demostrado efecto negativo de la falta de ella), hay quien aplaude. “Cualquier ocasión en que vemos a mujeres en papeles poderosos en la pantalla, reta visiones de liderazgo estrechamente definidas y anticuadas”, le decía a 'The New York Times' Stacy Smith, profesora en la Universidad del Sur de California especializada en estudiar la diversidad en los medios.

No faltan, no obstante, quienes cuestionan el peso de cambio que se está dando a esta superproducción de Hollywood. En uno de los comentarios más negativos, un crítico de 'The Guardian' (al que en el encuentro con la prensa europea Chris Pine llamó “chupapollas”) hablaba de esta Wonder Woman como “una pitufina armada”, destacaba que los cinco guionistas con crédito y ocho de los diez productores son hombres y apuntaba: “En el nivel de basura de alto presupuesto 'Wonder Woman' es gran diversión, pero había esperanzas de algo más”.

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Ese es el peso que arrastra y seguirá arrastrando Wonder Woman, envuelta ahora también en polémicas inanes pero sobredimensionadas por la naturaleza viral de la actualidad, como la tormenta montada por unos pases de la película organizados solo para mujeres. Y es que la superheroína es y seguirá siendo una mezcla imposible de empoderamiento y objetificación, el cóctel que hizo, por ejemplo, que Naciones Unidas la eligiera embajadora de buena voluntad y luego tuviera que dar marcha atrás. Más de 40.000 personas firmaron una petición lanzada por funcionarias y funcionarios de la organización que protestaron lo erróneo de considerar representativo para la meta de la igualdad al personaje, al menos en “su actual iteración como mujer blanca de pecho grande e imposibles proporciones ligeramente vestida con un reluciente y ajustado body con motivos de la bandera estadounidense y botas hasta la rodilla”.

Warner y Jenkins ya trabajan en la segunda entrega.