INTERFERENCIAS
Sónar 2017: los precedentes y los alrededores
Los rostros de felicidad del público en la sesión del pionero Fran Lenaers eran antológicos. "¡Piel de gallina!"
Nando Cruz
Periodista
PIEL DE GALLINA
Se hace raro empezar a pinchar de día en el Sónar de Noche, pero Fran Lenaers trabajó muchos años a plena luz del sol. Sus sesiones en los 80 podían empezar a medianoche y acabar a las cuatro de la tarde. Esta vez solo dispuso de 50 minutos y fue una injusticia. Pocas escenas hay más denostadas que el sonido Valencia del que surgió el bakalao y pocos hallazgos más propios puede exhibir la electrónica española que aquella época en la que se empezó a hacer bailar a la gente con música blanca; así se la llamaba, en oposición a la música negra, la única que funcionaba entonces en las discotecas. Los rostros de felicidad entre el público al detectar los primeros compases de clásicos de Grauzone, Neon Judgement, Sisters of Mercy, Severed Heads, Megabeat o el icónico ‘Nowhere girl’ de B-Movie eran antológicos. El gesto más recurrente entre el personal era señalarse el brazo y gritar al de al lado: "¡Piel de gallina!".
VALENCIA 1987-SÓNAR 2017
Sólo tres horas antes, en Sónar de Día, mientras Joe Kay refrescaba el Village a base de r&b moderno para clubs finos con un poco de Kendrick Lamar, otro de Kaytranada y gotitas de samba, costaba detectar entre el público a alguien que pudiese haber vivido las maratones valencianas de los 80. No solo porque la mayoría eran extranjeros y demasiado jóvenes, sino porque pertenecen ya a otro estrato social. Aquellos chavales no podrían pagar las nueve mil pesetas que cuesta la entrada para una jornada del Sónar de Día. Si andan por aquí, tal vez estén trabajando en los equipos de limpieza o de seguridad del recinto.
ESTA SÍ, ESTA NO
Energy Control no es un disco, ni un productor, ni un rapero, pero acaba de cumplir 20 años. Esta fundación nacida en Barcelona en plena fiebre del techno ha desarrollado durante dos décadas una impagable labor de concienciación y asesoría enfocada a reducir los riesgos en el consumo de drogas. Sónar fue uno de los primeros festivales donde colocaron un punto de información. Pocos se atrevían a acercarse entonces. Estos días, orgullosamente ubicado junto al puesto de merchandising oficial, ha atendido notables colas de gente que iba a comprobar si su mandanga era peligrosa o no. La de vidas que habrán salvado.
EN LA CALLE
Taxis, taxis, taxis y más taxis desencochan el pasaje junto al Polígono Pedrosa de L’Hospitalet. Dos lateros comentan la jugada: ‘Muy flojo, ¿no? Hoy aún hay menos trabajo que ayer’. Por la calle Ciències avanza a pie un destacamento. Son más de veinte tipos que visten camisetas blancas con una letra grande impresa. Cada cual luce una letra distinta. Juntas forman la palabra clave. A lo largo de la calle de Juan Agustín Goytisolo hay hasta seis coches aparcados y con la música a todo trapo. Beben y bailan sin intención de entrar en el recinto.
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