Una sátira contra la seudomedicina

Daniel Arbós dedica 'Amb l'aigua al coll' a los engaños terapéuticos

Daniel Arbós.

Daniel Arbós. / XAVIER GONZÁLEZ

ERNEST ALÓS

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El biólogo y comunicador Daniel Arbós tenía una novela pendiente desde aquellos años en que trabajaba en el departamento de comunicación del Institut Català de Oncologia y veía cómo los médicos hablaban de pacientes que abandonaban las terapias por remedios sin base científica. Finalmente ha retratado a los culpables de embaucar a tantos ingenuos en una novela satírica, ‘Amb l’aigua al coll’ (Amsterdam), por la que desfilan empresarios dispuestos literalmente a hacerse de oro vendiendo agua de mar, eso sí, magnetizada por las propiedades telúricas del Montseny, neorrurales ingenuos, gurús avariciosos y multinacionales de la seudomedicina. Y gente que cree, o bien que “en la naturaleza todo es bondadoso y sabio y todo lo artificial es malo, cuando las ciudades están adaptadas a la gente y en la selva se morirían, o que han sustituido la religión por otras creencias exóticas o seudociencias”.

“La novela es un retrato de una realidad; que hay mucha gente con enfermedades graves que con la fragilidad psicológica y la desesperación del momento buscan soluciones, charlatanes que se aprovechan de ellos y hacen negocio e iluminados que creen que tienen un don”, explica Arbós, que considera más efectiva para llegar al público no movilizado una novela con “humor, sátira y mala hostia” que otro libro más de divulgación.

PROFESIONALES CADA VEZ MÁS MOVILIZADOS

La novela se publica justo cuando colegios médicos y facultades de medicina empiezan a marcar distancias de prácticas como la homeopatía, el movimiento antivacunas o la neuroemoción, tan diversas entre sí como desprovistas de evidencia científica. “La comunidad médica y científica se está despertando; no le daba importancia al fenómeno, pero se ha multiplicado la presencia de charlatanes y su influencia, amplificada por la redes sociales y por la manga ancha y frivolidad de los medios, en parte por desconocimiento y en parte por ganas de encontrar a gente con historias diferentes”, confirma Arbós. Lamenta que en materia científica se toleren errores que serían inconcebibles en otros sectores informativos: “Hay quien opina de todo sin tener ni idea; véase Cárdenas, o Rosa Montero. Pero ni ellos se atraverían a escribir un artículo diciendo que Ronaldo mete triples en lugar de goles”.

Además de la falta de formación e información científica, y de la pura necesidad de agarrarse a un clavo ardiendo en casos graves, Arbós señala otra explicación para el hecho de que a la gente se le pueda dar gato por liebre. “Ninguna terapia alternativa promete curar una afección que la gente puede comprobar que no desaparece, como la miopía. La homeopatía se utiliza en enfermedades esporádicas, como los resfriados que se van solos, y en malestares generales, insomnios y dolores que pueden remitir por autosugestión; también puede suceder que cure porque no es homeopatía, sino jarabes o cremas que sí tienen un principio activo. Porque la gente no sabe qué es la homeopatía”, apunta.

Embaucadores siempre ha habido. Pero, recuerda con una mirada perverse, cuando el Consell de Cent contrató en el siglo XVII a unos farsantes que prometieron acabar con una epidemia de peste en Barcelona y comprobó que habían fracasado… los descuartizaron y repartieron sus trocitos por la ciudad.