Raúl Rodríguez, el ritmo y la mística

El músico sevillano viajó del Caribe al rock andaluz en el preestreno de 'La raíz eléctrica' en Jamboree

Concierto de Raúl Rodríguez (derecha) y Mario Mas en Jamboree.

Concierto de Raúl Rodríguez (derecha) y Mario Mas en Jamboree. / FERRAN SENDRA

JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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Viajar a Haití, donde ha participado en los encuentros con músicos de ‘The song summit’, coordinados por Jackson Browne, le ha servido a Raúl Rodríguez para ampliar aún un poco más sus horizontes y, a la vez, para acercarse a la música de su infancia, al rock con raíces que irradió desde la inquieta Sevilla de los años 70. En ese cruce se sitúa su segundo disco en solitario, ‘La raíz eléctrica’, que saldrá en septiembre y del que este miércoles ofreció una cata, “un prebautizo”, dijo, en Jamboree.

Sala esta con la que le unen fuertes lazos. “Aquí vimos nacer su propuesta con ‘Razón de son’”, recordó su director artístico, Pere Pons, al presentar el recital, aludiendo al primer disco individual del hijo de Martirio, del 2014. En aquella época Rodríguez manejaba su versión flamenca del tres cubano, el instrumento de tres cuerdas dobles, y con él comenzó el recital presentando ‘La lengua corta’, una canción nueva de textura ligeramente africana.

ANCESTROS PSICODÉLICOS

Formato de trío despierto, con Mario Mas combinando la guitarra eléctrica y la flamenca y Aleix Tobias a la batería, estableciendo fuertes complicidades en un repertorio, todo él de estreno, rico en diálogos, con un disfrute a tres bandas que saltaba a la vista, y tendente, a veces, a crear planos sonoros visionarios, de una mística con ancestros psicodélicos. En ‘El viajero’, Rodríguez sacó su último invento, el tres eléctrico, que dio al sonido una impronta más vibrante, ‘hendrixiana’, reencontrándose en parte con una vieja herencia autóctona. “Seguramente yo estaba huyendo de mi destino, de la rumba que se tocaba en la Alameda de Sevilla”, suspiró antes de abordar ‘Let the rhythm lead’, con Mas al bajo eléctrico y una consistencia cercana al funk-rock.

El trío tomó un rumbo más emotivo en ‘Canción del corazón’, sobre “las cuatro estaciones del cariño”, y ahondó en un trance ensoñador en ‘Zambra de la ausencia’, una pieza a la que Rodríguez comenzó a dar forma hace una década, tras un viaje a Argelia con Kiko Veneno. Texto tomado de su paisano Bécquer, un autor “a quien no hemos tenido tan en cuenta como otros poetas románticos”.

De ahí a la “sonería”, un “cruce de son y bulería”, de ‘Yo voy vendiendo candela’, con aires cubanos y un invitado, Isaac Coll, al bajo. Y la propina de ‘Si supiera’, rescate del disco ‘Razón de son’, con otro colega, el guitarrista Ricardo Moreno, y los músicos abocados en una apasionada ‘jam’ con la que invitaron a pensar que, aunque la sala hubiera estado vacía, habrían seguido tocando por puro placer.