PELÍCULA EN CONSTRUCCIÓN

La gran historia de Petitet

Carles Bosch, director de 'Bicicleta, cuchara, manzana', busca financiación para rematar un documental sobre el músico rumbero

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JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA

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Dice el periodista y cineasta Carles Bosch que le cuesta encontrar historias con las que se quiera comprometer, "que no dude en convertir en mi compañera sentimental durante dos años". A principios de siglo se volcó en el contar el éxodo de los balseros cubanos ('Balseros'; coridigida con Josep Mª Domènech); y a principios década relató la lucha de Pasqual Maragall y familia contra el alzhéimer ('Bicicleta, cuchara, manzana'). Los años iban pasando sin que Bosch, despedido de TV3 en el 2013, cuando tenía 61 años, diera con nada que le motivara realmente lo suficiente.

Y entonces llegó Petitet. Llegó, o mejor, regresó. Bosch ya se había cruzado con el músico rumbero, hijo de un palmero de Peret, en anteriores ocasiones; recuerda haberle descubierto como percusionista de Gato Pérez en el Zeleste primigenio, el de la calle Argenteria. El músico llamó al cineasta para pedirle que viera una pieza sobre personajes del Raval que estaban haciendo unos chicos no profesionales y diera su opinión. "El mismo día en que vi aquello supe que había algo gordo. Le dije a Petitet: 'Si tú me permites seguirte durante un tiempo, yo me atrevo a hacer una película'". A lo que Petitet contestó: "Si hay muchas escenas montando a caballo, eso no puedo hacerlo. Caminar, sí, poco a poco".

Hay explicación, pero no adelantemos acontecimientos. El retrato de personajes del Raval se convirtió en algo distinto: la historia de una promesa llevada a cabo. "¿Qué gitano, al morir su madre, le prometió montar una orquesta sinfónica?", pregunta Petitet en un glorioso 'teaser' de 'Petitet (Rumba pa' ti)', la película que Bosch rueda desde hace un año. Así es: el antiguo percusionista prometió a su madre moribunda que llevaría la rumba catalana a un gran teatro. Y así lo hará, el próximo 17 de octubre en el Liceu, dirigiendo una orquesta creada para la ocasión. "Todos con pajarita, mama, porque la rumba es señora", como dice Petitet en el avance.

"Porque la rumba es señora", dice Petitet. "Yo respeto a la gente que va a un espectáculo en tejanos, enseñando los calzoncillos, pero a mí no me gusta. La rumba no son medallas ni cadenas de oro; la rumba son trajes bien arreglados, porque Peret y mi padre Ramón (El Huesos) iban así. Yo he mamado eso. La rumba es eso. La rumba es señora. Y como es señora, tenemos que ir bien arreglados y bien guapos".

Más de año y medio le ha costado a Joan Ximénez Valentí (ese es su verdadero nombre) reunir a los músicos de la Simfònica de la Rumba Catalana de Ciutat Vella, mezcla de los instrumentos clásicos del género (guitarra, palmas, percusión) y los instrumentos clásicos, a secas. "He tardado ese tiempo –explica el jefe de todo esto– porque no es importante que sepas tocar. Lo importante es que seas buena persona. Eso es lo que yo quiero. Hay músicos que son muy buenos, pero encima de un escenario serán matemáticos. Yo no quiero una persona matemática; quiero que saque lo que lleva en el corazón. Si yo, encima de estar enfermo, he de tener problemas, imagínate, no, no. Tiene que ser buena gente". La humanidad gana a la perfección.

UNA PROMESA Y UNA ENFERMEDAD

La historia de Petitet ya sería importante y digna de ser contada sin el elemento añadido de su enfermedad: la miastenia gravis, un raro trastorno debilitante que sufre desde hace cinco años y no le permite "hacer según qué cosas". La tiene controlada con un medicamento, el Mestinon, del que tira por la mañana ("son como mis pilas") y al mediodía ("porque si no, pierdo facultades a la hora de hablar, de moverme, de bailar, de cantar"). Tomaba nueve pastillas cada día, pero él mismo se las redujo a seis por si acaso algún día empeoraba. Esta mañana, Petitet es pura energía. Y que dure.

Le pregunto a Bosch si 'Petitet (Rumba pa’ ti)' se parecerá a 'Bicicleta, cuchara, manzana' en el sentido de querer informar sobre una enfermedad; explicar qué significa vivirla y convivir con ella. "No es lo único, pero la enfermedad está ahí. Y, bueno, ojalá también ayude. He buscado un equilibrio: no ser demasiado científico, pero al mismo tiempo no ser demasiado profano, porque no es justo con la enfermedad. Ante todo, es la historia de una persona que quiere conseguir una cosa; la estructura es casi de ficción clásica".

REMATE ECONÓMICO

Ya se han rodado unas dos terceras partes del filme, en el que Bosch ha invertido al parecer una gran parte del finiquito de TV3. Él no ganará seguramente nada, pero al menos tendrá su película. Otros están trabajando por amor al arte o casi. Desde hace unos días hay en marcha una campaña de 'crowdfunding' para, con suerte, poder pagar algo a esas personas, además de cubrir gastos esenciales como el etalonaje (es decir, la corrección de color) o la mezcla de sonido.

También necesitan dinero para comprar los derechos de música que quieren usar: 'Rumba pa' ti', 'Gitana hechicera', 'Una lágrima cayó en la arena', 'El muerto vivo'... "No es un lujo, como podrían pensar algunos", dice Bosch. "Este es un documental sobre un músico y yo no decido qué temas canta. Por suerte, hemos conseguido algunas canciones gratis de los descendientes de Peret, pero hay otras que cantaba Peret que no son de Peret". Queda un mes para hacer las donaciones en https://www.verkami.com/projects/17606-petitet.