ESTRENO EN LA BIBLIOTECA DE CATALUNYA

Oriol Broggi ilumina la inmensidad de 'Boscos'

El director de La Perla 29 firma una soberbia puesta en escena de otra mayúscula tragedia contemporánea de Wajdi Mouawad

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JOSÉ CARLOS SORRIBES

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El círculo se ha cerrado. ¡Y de qué forma! Oriol Broggi vuelve a su admirado Wajdi Mouawad con 'Boscos', su tercera aproximación a la inmensa tetralogía 'La sang de les promeses'. Tras 'Incendis' y 'Cels' (Raimon Molins y la compañía Atrium montaron 'Litoral' ), llega a la Biblioteca otra obra extraordinaria, compleja, excesiva, de enorme altura poética y y no menos ardor trágico. Fue la tercera de las cuatro, tras 'Incendis', y aquí el dramaturgo libanés quiso dar otra vuelta de tuerca. Y no solo por sus casi cuatro horas de duración, con sucesos y tramas capaces de llenar cuatro temporadas de una serie televisiva. 'Boscos' es un laberinto teatral casi inabarcable, un conmovedor rompecabezas con siete generaciones de mujeres a lo largo de casi 150 años, entre 1871 y 2006. Tela.

La estructura y relato de esta tragedia contemporánea pueden recordar a 'Incendis'. De nuevo, una tormentosa búsqueda de orígenes familiares. En esa inmersión identitaria, en la memoria, surgen secretos a desenredar que suponen severas pruebas para la atención del espectador. Además, con saltos temporales y espaciales durante ese convulso siglo y medio con dos guerras mundiales. Mouawad levanta un intrincado andamiaje de vidas cruzadas en la que las mujeres, como en 'Incendis', cargan con el peso del drama. Amores contranatura, por ejemplo, se suceden en un relato de tristeza liberadora. Se podría resumir en ese lema de Ludivine que recoge Loup, su descendiente, para enterrar a su madre, Aimée. 'Vida donada, vida perduda, vida salvada'.

MOUAWAD Y EL 'SÍNDROME DEL PRIMERO DE LA CLASE'

A Mouawad  se le puede recriminar lo que podría llamarse el 'síndrome del primero de la clase'. Porque escribe siempre con la voluntad férrea de que cada frase deje un poso gigantesco. A veces, flirteando con el artificio de un ejercicio de estilo. Pero siempre sale victorioso. A este mayúsculo poema trágico se enfrenta Broggi con una fínisima, siempre medida y austera puesta en escena. La superlativa 'Incendis' fue un máster para el director de La Perla en un universo en el que no todos pueden zambullirse con la garantía de regresar con éxito a la superficie.

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Broggi propone sutiles ideas para cambiar de época, o simultanearlas, sin que nada chirríe, conduciendo al espectador a un formidable viaje (otro más) en la nave gótica de la Biblioteca. Esta vez, con una disposición panorámica y hojarasca boscosa en el suelo en lugar de la arena habitual. El director tampoco usa ningún recurso de forma gratuita. Igual funciona el vídeo para recrear el caso real de un feminicidio en la Escuela Politécnica de Montreal en 1989 que una proyección fija de ese bosque de las Ardenas, donde empieza a brotar la tragedia a finales del XIX.

Si él saca la máxima nota, los 11 intérpretes no se quedan atrás. Casi todos se multiplican en más de un papel; solo Clara de Ramon y Ramon Vila no lo hacen. Ella es la airada Loup, la joven que desenreda el linaje familiar y él, el paleontólogo Douglas Dupontel, que la ayuda a hacerlo, también por una promesa paterna. Las actrices concentran las miradas en esta tragedia con voces de mujer: la garra contagiosa de Clara de Ramon, la luz y dicción cristalinas de Màrcia Cisteró, la comicidad sabia de Marissa Josa, la energía de Cristina Genebat... Pero también lo hace un gran Xavier Ripoll como el doliente Edmont el Girafa, o el propio Vila como Dupontel. Bravo.